Dientecillos

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jueves, 23 de diciembre de 2010

La sonrisa oculta

Una chica rubia entró por la puerta con un bolso lo bastante grande como para llevar una carpeta de folios sin ser doblada. Claudine se marchó junto a Elmer y se despidieron de Adelice tras saludar cordialmente a Bernice. Se perdieron tras la puerta y la rubia le preguntó a la niña qué era lo que le apetecía hacer. La pequeña no contestó y subió las escaleras. A medio camino, se dio la vuelta y se sentó en los escalones. Miró un momento a la extraña y le comentó que quería jugar con sus muñecas, pero que debía ir a su habitación para ello. Bernice le preguntó si podía jugar ella también, y la niña no se opuso. Subieron las escaleras azuladas-el azul era debido a la moqueta que recubría los escalones y gran parte de la casa-, y se dirigieron a la habitación de la pequeña. Al entrar, Bernice percibió que era un dormitorio muy sencillo, compuesto principalmente por una cama, un escritorio desgastado por los años y un armario empotrado.

Adelice se sentó en la cama y agarró una muñeca de la mesilla de noche y se la entregó a Bernice. Ambas estuvieron jugando durante largo rato. Las historias de las muñecas eran traumáticas. Al ver que la niña decía aquellas cosas, Bernice decidió preguntarle en la cena algunas cosas. Pidieron pizza para cenar y Adelice quedó sorprendida, hacía mucho que no tomaba pizza, su hermano no le dejaba pedir comida de fuera, siempre la obligaba a hacer el menú propio de casa a ella. Cuando llegó el repartidor, Bernice le despachó todo lo rápido que pudo y se dispusieron a comer. Cuando recogieron, Bernice se fijó en que había una patata pinchada en su base, puesta sobre un vaso con agua. Le preguntó a Adelice que si era algo del colegio y ésta le explicó detalladamente lo que era. Bernice había conseguido lo que no había conseguido su hermano, hacerla sonreir. Adelice, al ver que estaba tan cómoda en compañía de la niñera, decidió contarle su mayor secreto, aquél que mantenía oculto y le atormentaba día y noche, pues cada día temía por la reacción de su hermano al llegar a casa.

Bernice quedó paralizada cuando escuchó aquellas palabras, pero decidió que no podía tomar cartas directamente en el asunto, pues podría ser peor; Adelice podría terminar en un internado. Al final decidió quedarse a dormir con ella, para que al menos esa noche no pudiera agredirla.

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lunes, 20 de diciembre de 2010

Nuevo hogar

Salió de allí sin mirar atrás. No quería sentir compasión por aquél que yacía desangrado en el suelo, lamentándose y desfigurando la voz con palabras hirientes y malsonantes. Las palabras ya no le dolían a la pequeña, sabía que aquello que decía Elmer sólo era un efecto secundario provocado por el dolor y la impotencia que le suponía no poder atacarla y hacerla sufrir de nuevo.

Se dirigió a su habitación y se vistió a prisa, cogió una falda plisada, un jersey de manga larga y unos calcetines largos que le crubían las piernas hasta las rodillas. En todas las prendas dejó una mancha de sangre significativa debido a que las manos aún estaban enrojecidas e impregnadas por el líquido escarlata que había brotado de las heridas que le había propinado a su hermano. Preparó una mochila con algo de ropa y cuando hubo terminado, bajó las escaleras -con la mochila a la espalda- y se calzó al estar frente a la puerta de entrada. Giró el pomo con desconfianza y miró atrás, encontrándose unos escalones vacíos y fríos a pesar de que estaban cubiertos con una fina moqueta azul. Por un instante se quedó inmóvil, pensando que echaría de menos aquello, pues había vivido allí desde que su hermano cumplió la mayoría de edad y pudo encargarse de ella personalmente. Hasta entonces siempre habían ido de família en família, buscando refugio por tiempo indefinido.

Apartó los pensamientos buenos que le abordaban y recordó todo lo que le había hecho sufrir Elmer, reviviendo la imagen de su estado actual en el baño. Cerró la puerta cabreada, molesta consigo misma por pensar que era una mala idea irse de allí y dejarlo sólo, aunque fuera por un momento. Nunca le perdonaría a la conciencia que hubiese jugado con ella en momentos tan decisivos. Miró al oscuro firmamento y se dispuso a andar, pero el miedo a que alguien le parase y preguntase por sus manchas de sangre hizo que el paso fuera en contínuo aceleramiento. Correteaba sin destino por las calles oscuras, iluminadas por las suaves luces de las farolas en una noche nublada. Dobló una esquina y advirtió que estaba en el parque que quedaba detrás de su colegio, allí donde los niños, al salir de clase, se esparcían cada tarde. Ahora no había más que unos columpios solitarios, un tobogán pesaroso y un jardín tenebroso.

Se acercó a los columpios y les hizo un poco de compañía, dejó al lado la mochila, y se sentó en uno de ellos. Empezó a balancearse y el viento le meció los cabellos al compás de los chirridos de las cadenas que sujetaban el asiento donde Adelice apoyaba las asentaderas. El columpio hizo que la adrenalina despejara a la niña, empujara sus penas hacia los tobillos y pensara con más claridad. Frenó con los pies, levantando un poco de tierra con las botas. Agarró la mochila y agachó la cabeza. No tardó mucho en levantarse y echar a andar. El destino esta vez era claro, no quería pasar una noche fuera de casa, pero tampoco deseaba volver con su hermano, así que se dirigió al único lugar en el que sabía que no sería rechazada.

Llegó a una puerta iluminada por las luces que presentaban la entrada. Llamó al timbre y esperó impaciente que alguien saliera a recibirla. No tardaron en recibirla, pues una chica rubia abrió la puerta. La reconoció al instante y preguntó el porqué estaba allí. Cuando Adelice le contó que no podía volver a casa, Bernice la invitó a entrar. Entonces vio las heridas en las manos que tenía la niña, preguntó qué había hecho y Adelice no tuvo más opción que contárselo. Mientras tanto, Bernice le curaba las heridas de las manos y se las vendaba. Una vez estuvieron los cortes cubiertos con vendas, le enseñó un lugar donde dormir, aunque antes le preparó un vaso de leche con una cañita, ya que las manos le habían quedado inutilizadas. La niña tomó la leche mientras observaba la pecera con admiración. No es que le apasionaran los peces, pero los colores la mantenían entretenida. Decidió que cuando tuviera las manos sanas, los dibujaría para Bernice en motivo de agradecimiento.


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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Motivos de venganza

El rostro de Ione vendado demostraba que había sufrido un grave accidente. Ella odiaba a Kearney por haberle destrozado el rostro y más aún por motivos injustificados. Su hija, Claudine, acababa de llegar al hospital y aún no entendía cómo su padre podía haberle hecho tal atrocidad a su madre, aquella mujer que siempre confió en él. La ira invadió a la niña por un momento, pero unas lágrimas recorrieron sus mejillas al recordar lo que el agresor de su progenitora le había hecho a ella no hacía mucho.

-¿Por qué lloras, Claudine? Deberías alegrarte de que no me ha hecho más que esto. Ya se las verá en los juzgados ese mal nacido-miró al cuenco de agua en el que flotaba la bayeta y se entristeció con pensar que no volvería a verse al espejo como aquella mujer hermosa que, temprano se levantaba para arreglarse e ir a trabajar.
-Mamá, tengo que contarte algo. Papá, no me quiere. Él dice que sí, pero yo creo que a tí tampoco te quiere.
-Qué quieres decir con eso?-quiso saber la mujer de la cara vendada.
-Mamá, sé que él no quiere que te lo diga, pero me da igual. Él, y su amigo, cuando Jade y tú estábais de compras...
-¿Sí...?-exclamó intrigada.
-Ellos me dijeron que me desnudara y luego...me tocaron ahí...y luego...

Las lágrimas inundaron la voz de la niña, quebrantándola y ahogando las palabras en un húmedo pozo de gotas saladas.
Ione, quien había estado siempre orgullosa de estar casada con un hombre digno de respetar, enfureció con la historia que le contó su hija. Kearney merecía algo más que unos años de castigo en la cárcel o donde fuera, además de que le había destrozado el rostro, había mancillado la inocencia de su propia hija, y eso no lo podía pasar por alto.

-No te preocupes cariño. Ni Fritz, ni Kearney volverán a nuestras vidas. Prometo que me encargaré personalmente de que esos desgraciados no te vuelvan a molestar, ni a tí ni a nadie.


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Hostil recepción

Ione había llegado de trabajar cuando dejó el paraguas en el paragüero del recibidor. Kearney le recibió con un atípico hola. Ione se extrañó y le preguntó el porqué de ese saludo tan fríbolo. Él sólo contestó que no se encontraba muy bien y que debía hablar con ella de algo importante.

Se sentaron junto al sofá y ella esperó a que él le explicara lo que fuera que debía explicarle. El pelo, aún húmedo por la lluvia, lloraba por sus hombros, humedeciéndole el jersey que le había regalado Claudine para su cumpleaños. Él se acercó con un vaso de lo que parecía ser una bebida destilada y comenzó a exponer su argumento.

-Creo que deberías contarme lo tuyo con Louie, o al menos, decirme qué hay entre vosotros.
-¿Cómo puedes pensar que tengo algo con él?-Preguntó ofendida.
-He visto como te mira. ¿Crees que puedes invitarlo a mi casa y hacer ver que no hay nada entre vosotros dos?
-Lo siento, pero no entiendo tu postura. Realmente esto es absurdo, Kearney.

Se levantó del sofá y cuando lo hizo, él arrojó el contenido del vaso contra ella. El líquido le consumió parte de la cara y le abrasó la mano con la que intentó protegerse. Mientras, su marido gritaba por todo lo alto:

-Ya no te volverá a mirar de esa manera lasciva. Ni siquiera podrá pensar que eres la mujer más guapa del mundo, pues ahora serás un monstruo a los ojos de los demás. Aunque para mí, seguirás siendo mi mujer.

El ácido corroía la bella tez de Ione, deshaciéndola, desgarrándola y deformándola; creando una masa uniforme, compacta y abullonada. El dolor la aprisionó en un círculo de tortura, la visión se le nubló hasta el punto de ser inhibida y los golpes de su marido hacia ella junto a los gritos que le dedicaba, eran más intensos. Cayó al suelo y él la hizo levantar para seguir arreándole golpes. Cuando se cansó de ver que ella no colaboraba a la hora de recibir órdenes, le pateó el estómago reiteradas veces. No estuvo satisfecho hasta que ésta escupió sangre por la boca, sangre que manchó la alfombra que adornaba la sala, aquella que fue un regalo de bodas por parte de los padres de ella.


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sábado, 11 de diciembre de 2010

Conversación telefónica

El agua de la cacerola hervía frenéticamente. Las gotas deseaban escabullirse del cuenco que las retenía en ebullición, dándole calor y volviendo a algunas en estado gaseoso. El vapor subía formando una columna blanquecina que iba desde la olla hasta el extractor. Helga reguló el fuego y agarró el teléfono de nuevo.

-Pues, como te iba diciendo...Fritz es un hombre que me hace sentir viva.

Al otro lado del teléfono Ione le regañaba por estar coqueteando con un hombre casado. Al fin y al cabo tenía razón, aquella relación tenía más complicaciones que beneficios. Él engañaba a su esposa y ella hacia lo propio con su marido. Helga tenía buenas razones para hacer aquello. Hacía mucho que Helga no sentía nada por un hombre y Fritz le estaba dando todo lo que ella quería, alguien que estuviera por ella, se preocupara por su bienestar y dejara de tratarla como un trapo.

-No des la brasa. Él me ha dicho que la dejará por mí, pero que de momento hay una deuda que le mantiene unido a ella. Cuando logre saldarla hará las maletas y nos marcharemos a algún lugar, lejos de aquí.

Ione volvió a gritar y provocó que Helga se separara del aparato para evitar que éste le destrozara el tímpano. Cuando oyó que se había calmado el tono de su amiga, volvió a acercarse el teléfono a la oreja.

-Bueno. Será mejor que te deje. Está a punto de llegar Louie y no quiero que la comida sea un motivo más para otra bofetada.

-Como te ponga la mano encima lo denuncio-Espetó Ione desde el otro lado del teléfono.

-Será mejor que no pase eso, entonces sí que me habré metido en un buen lío. Él me quiere, seguro que no lo hace con la intención de hacerme daño. Yo sé que en el fondo no quiere hacerme daño.

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Inesperada confesión

Tiraban piedras al río, salpicando y ahuyentando a los peces que pudiera haber nadando tranquilamente por allí. Un perro abandonado jugueteó con ellas mientras el Sol empezaba a esconderse por entre los edificios. Tras pasar una tarde fenomenal, las hermanas se miraron fijamente. Era como mirarse en un espejo, pues ambas poseían los mismos rasgos faciales. No eran exactamente iguales, pero físicamente eran prácticamente idénticas. Decidieron confesarse secretos íntimos que a nadie más revelarian y rieron tras proponer la misma idea. Darlene fue la primera en confesar algo.

-He terminado la última tableta de chocolate-dijo sin parar de reír-. Ya verás cuando mamá lo vea... Bueno, te toca.

-Estoy enamorada-contestó Bernice, sonrojada-. Aunque no voy a decir de quien.

-¿Ah, sí? Yo también estoy enamorada. De hecho, hace una semana que estoy saliendo con un chico.

-No me habías dicho nada!-refunfuñó Bernice.

-Tú tampoco.

-Bueno, dime como es.

-Es un amigo de Claudine. Se llama Gable. Lo conocí hará un mes, mientras hacía cola para el cine. Empezamos a hablar y al final pues quedamos más veces y bueno... acabó pidiéndome que saliera con él.

La respuesta dejó paralizada a Bernice, quien se reprimió las ganas de gritar y agachó la cabeza momentánaeamente. No tardó mucho en forzar una sonrisa y darle la enhorabuena a Darlene, quien siempre había sido mejor que ella en todo. Incluso en el tema del amor se le había adelantado. De hecho, Bernice creía que en lo único que superaba a su hermana era en que había nacido segundos antes. En los demás aspectos, Darlene era mejor que ella. Nada más lejos de la realidad, pues Darlene admiraba a su allegada como la que más.

-¿Me dirás cómo se llama el chico que te gusta?-comentó la hermana menor.

-Elmer-Mintió Bernice-. Se llama Elmer.

-Pero ese es el chico que le gusta a Claudine, ¿no?

-Sí. Por eso no quiero que se lo digas a nadie. Me da vergüenza. Me gusta el mismo chico que le gusta a mi mejor amiga. Será mejor que me olvide de él. No quiero que sea un problema para nuestra amistad.

Lanzó otra piedra al río y le hizo saber a Darlene que era muy tarde para estar en la calle. Regresaron a casa mientras comentaban momentos que habían vivido juntas, y en compañía de amigos en común.


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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Celoso cónyuge

Ione se sonrojó cuando Louie afirmó que era una de las mujeres más bellas que había visto jamás. Helga no le dio importancia al comentario, pues su matrimonio no estaba en auge. Sentir celos habría demostrado que aún no quería separarse de su esposo, sin embargo, Kearney vio aquello como una amenaza. Claudine y Bernice se escondían tras las faldas de sus respectivas madres, tímidas. Helga empujó hacia adelante a Bernice e Ione hizo lo propio con Claudine. Estuvieron unos segundos en silencio, mirándose como si no hubieran visto una niña de su misma edad jamás hasta que Ione las presentó y las invitó a columpiarse juntas en el patio trasero de su casa. Ambas corrieron impacientes hacia allí de inmediato, dejando a solas a los cuatro adultos.

-Es una pena que Darlene no haya podido venir-comentó Ione mientras veía como las niñas desaparecían al final del pasillo.
-Bueno, ya sabes. Le encanta esquiar, y Bernice no puede ir por culpa del vértigo-dijo Helga.
-¿Os apetece un café?-invitó gentilmente Kearney-Tengo una gran colección de cafés internacionales. Café de brasil, italiano...

Kearney dejó de hablar cuando vio que Louie seguía con la mirada fija en Ione. Dejó estar la estantería de las urnas de café y se dirigió al lugar en el que se encontraban los demás.

-Tenéis una casa muy bonita y bien decorada, Ione-comentó Louie.
-Muchas gracias-agradeció la dueña de la casa.
-Ione, creo que tu marido decía algo sobre tomar café. Por favor, a mí un espresso.
-Cierto. Cariño, voy al lavabo y de paso aprovecharé para mirar cómo están las niñas. Mientras tanto, ve preparando el café.

Ione se perdió tras llegar al fondo del pasillo y Louie la resiguió con la mirada mientras se alejaba. En cambio, Helga mostró un interés inusual por la cafetera de Kearney. Ella llenó el recipiente con agua de una botella que yacía en la encimera y él asentó el café molido en la cafetera y la cerró. Encendió el fuego y puso a hervir la cafetera.

-Bueno, será mejor que os sentéis. Ya os traigo yo el café.

Los llevó a la mesa y los dejó a solas un rato lo suficientemente largo para que ambos se sintieran incómodos. Kearney hablaba desde la cocina, pero no le prestaban atención. Apareció de nuevo Ione en el comedor y se dirigió a la cocina sin mostrar interés por los invitados. Besó apasionadamente a Kearney, quien no se esperaba aquella muestra de afecto en ese momento.

Una vez ya estaba el café preparado, ambos llevaron las tazas a la mesa. Allí hablaron de cosas tan aburridas como política e hipotecas hasta que se hizo tarde. Entonces fueron a por las niñas y despidieron a sus invitados. Kearney aún seguía molesto por los comentarios y las miradas que dedicaba Louie hacia su mujer, así que se lo hizo saber a Ione. Ésta sólo pudo reir por el comentario.

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martes, 30 de noviembre de 2010

Grata compañía

Sonó el timbre y Helga fue rauda a abrir la puerta. Frente a ella, un hombre se presentó con un ramo de flores y una sonrisa. La mujer le invitó a entrar. Se sentaron a la mesa y tomaron un café mientras la televisión dialogaba con las paredes. Reían y se besuqueaban, él incluso la abrazaba cuando se entristecía al recordar cómo la trataba Louie. Los besos terminaron en algo más serio, pero ella no quería llegar más lejos de momento. Él la respetó y dejó que la decisión fuese de mutuo acuerdo.

Se sentaron en el sofá y vieron una película que echaban en un canal donde no se servían programas de sobremesa, informativos o no. No tardaron en dejar de prestar atención a la caja tonta, pues las caricias y los arrumacos los entretuvieron mientras él estuvo presente, no tardaron en caldear el ambiente y por lo tanto empezar a desvestirse. Ella ya no estaba pendiente de lo que Louie pudiera pensar de aquello, pues era feliz de aquella manera y algún día, lograría dejarlo para estar con quien ahora tendría relaciones sexuales. Desbarataron el sofá con tanto meneo, pero ella recuperó algo que pensaba que había perdido, la capacidad de llegar al orgasmo, pues con Louie todo era tan rápido y mecánico que había dejado de sentir placer con aquel acto.

Cuando terminaron, ella fue al lavabo y se refrescó la cara con agua fría. Se miró al espejo y rió. Hacía tiempo que no se veía guapa ante el espejo, e intentar ocultar los golpes que le hubiera podido crear Louie siempre era un engorro. Ahora, a pesar de tener algunas magulladuras, había tenido un momento satisfactorio y eso la mantenía feliz.

-Fritz, eres el hombre con el que debí casarme-le dijo a la persona que aún seguía en el sofá.


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sábado, 27 de noviembre de 2010

Idilio deteriorado

Se estiró en el sofá y encendió la tele. Puso los pies, rebestidos con las botas llenas de barro, encima de la mesa que tenía delante. Pidió que se le trajera una cerveza fría y al instante su mujer le trajo una lata de la nevera. Louie la miró amenazante y le golpeó el dorso de la mano, haciendo que la lata cayera al suelo y rodara por debajo de la mesa. Un sonido metálico recorría el suelo mientras Helga callaba un grito.

-¿Crees que voy a tomar esa mierda?-vociferó Louie-Tráeme de la de importación, esa mierda es para los invitados.

La mujer fue a por una botella de cristal verdosa. El hombre se la arrebató de las manos y cambió de canal, allí donde emitían un partido de su equipo. Helga recogió la mesa y se sentó junto a él.

-No te acerques tanto. Es más, no te sientes, mujer. Aún tienes mucho que hacer en la casa. Y si ganan, ya sabes lo que significa. Habrá que celebrarlo con un buen polvo-palmeó la pierna de Helga, quien deseaba que perdieran el partido y su marido no apareciera en toda la noche-. ¿Sabes lo que me gustaría ahora? Que me hicieras una mamada. Vamos, no tienes que estar por la casa por un rato y con lo que te gusta, disfrutarás.

La verdad es que Helga odiaba hacer ese tipo de cosas, pero no podía negárselo a Louie. Cuando aún eran novios, ella cometió el error de decir que el sexo oral le gustaba y ahora lo estaba pagando. La verdad es que le gustaba el sexo oral, pero no de aquella manera. Hacía tiempo que la pasión por Louie se había apagado.

Helga le hizo la felación, pero por lo visto cometió el error de derramar un poco de cerveza sobre el sofá. Louie se puso hecho una furia y la apartó con fuerza. Ella quedó sorprendida al ver la reacción del varón. Se disculpó y fue a buscar un trapo a la cocina, aunque de camino, Louie le arreó un puñetazo en la espalda y la empujó, haciendo que Helga tropezara con el cubo de la fregona y éste se desbordara. Ella cayó encima del agua con fregasuelos, pero él en vez de ayudarla a levantarse o preocuparse de si se encontraba bien, se aprovechó de la situación. Le asestó una patada en el trasero y le tiró de los pelos. Le escupió y la violó allí mismo.

En ese mismo instante acababa de llegar su hija a casa, quien contempló -desde una distancia prudencial- como su padre hincaba las botas en las nalgas de su madre. Luego la obligaba a abrirse de piernas y le lastimaba el ano introduciendo su pene con brusquedad. Los agónicos gritos de Helga y su llanto estremecían a la pequeña Bernice, quien lloraba en silencio y sufría junto a su madre.

-Buenas, Bernice. Será mejor que recojas esto y ayudes a tu madre a arreglar la casa. Ella es la culpable de que no tengas la cena preparada. Me voy al bar, no me esperes despierta, zorra.


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jueves, 25 de noviembre de 2010

Inocuo obsequio

Acababa de tener la fiesta de cumpleaños más impresionante de toda su vida. Había cumplido la mayoría de edad y aprovechó para salir a tomar unas copas con sus amigos. Al regresar despidió a Bernice con un fajo de billetes y el aliento hediondo. Se dirigió a la habitación tambaleándose, tropezando con los objetos que decoraban las paredes y los jarrones que guardaban las flores que su hermana cuidaba, derramando agua por todo el pasillo. Irrumpió en la habitación balbuceando algo indescifrable. La niña, asustada, se escondió tras las sábanas al ver el estado de su hermano. Éste apartó la tela y se sentó junto a ella.

-Hoy es mi cumpleaños, y creo que me debes algo más que un simple dibujo. Me vas a regalar tu virginidad.

La niña, no comprendió aquellas palabras, pero no tardó en comprender que el cometido de su hermano era hacerle daño y forzarla a hacer cosas sin su consentimiento.

-Vamos a jugar a papás y mamás. Eso te gusta, ¿no?

Adelice afirmó sin comprender qué era lo que quería decir su allegado. El chico se desvistió con torpeza, pues aún el alcohol mermaba el control sobre su cuerpo. La niña se avergonzó de poder ver las partes pudientes de Elmer. Éste las acercó a su cara y ella rechazó introducirse los genitales en la boca, girando la cabeza con un gesto de repudio. Entonces, él le arreó una bofetada. El rostro de la cría se inundó en lágrimas, momento que aprovechó Elmer para desvestirla de cintura para abajo, aunque dejándole los calcetines, para así aligerar el proceso. Arrancó el cinturón del pantalón que estaba en el suelo, y lo utilizó para mantener las manos de Adelice inutilizadas, uniéndolas por las muñecas. Le abrió las piernas y, a pesar de que ella se resistió, lo consiguió sin mucho esfuerzo.

Verla desprotegida le excitó lo suficiente como para que su pene estuviera erecto, así que se dispuso a desflorar a la pequeña. La estrechez que suponía el conducto por el que era introducido su órgano sexual era para él algo maravilloso. La sangre que expulsaba la niña por entre las piernas, un jugo vaginal más. Los alaridos de agonía que sucedían a la extracción del pene y los que precedían a cada inserción, gemidos de placer; y los sollozos, debían de ser lágrimas de felicidad.

Una vez terminó con la faena, se acercó a ella. Le comentó que junto a él nadie le haría daño y se retiró a su habitación. Adelice quedó petrificada, maniatada, desvestida a medias, desangrada, con la pureza corrompida y traumatizada.


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martes, 23 de noviembre de 2010

Desaprensivo visitante

-Buenas tardes-le saludó cordialmente el hombre que había llamado a su puerta-. Vengo por el incumplimiento de un pago a la empresa por parte de su marido. Ya sabe, por el incidente que hubo hace más o menos un mes. La verdad es que yo soy el jefe de dicha empresa y me he decidido pasar por aquí para ver el ambiente en el que se desarrollan mis empleados. ¿Puedo pasar?
-¡C-Claro, faltaría más! Siéntese en el sofá que verá a su izquierda, Señor...
-Morton-contestó rudamente-. Me llamo Morton. Ya veo que su marido no le ha hablado mucho de mí.
Entraron él y dos hombres vestidos de negro en la sala.
-La verdad es que no solemos tratar temas de trabajo en casa. ¿Un café?
-No, gracias. No suelo beber antes de hacer ejercicio.
-¿Va a ir al gimnasio al irse?
-La verdad es que usted tampoco debería tomar nada.

La frase la desconcertó, pero hizo caso omiso. Se llenó un vaso de agua y antes de que pudiera acercárselo a los labios, los dos hombres la cogieron de los brazos y a un grito le impidieron escapar al taparle la boca. Intentó forcejear, pero todo movimiento era inútil ante aquella inmovilización provocada por aquellos gorilas. Morton se acercó a la mujer y le resiguió el cuerpo con las manos, por encima de la ropa.

-¿Sabes? Tu marido puede que no me haya pagado lo que me debe, pero tú me vas a dar una parte ahora, en negro.

La mujer le hincó una patada en la entrepierna, cosa que cabreó mucho al Jefe de su marido. Entonces ordenó a los guardaespaldas que la ataran y le dejaran a solas con ella.

-Creía que podríamos hacerlo a las buenas. Pero veo que tienes ganas de hacerlo a las malas.

Los hombres obedecieron y la ataron de manera que quedara totalmente dispuesta para su superior. Con las manos tras de sí y las piernas abiertas completamente, intentaba dar saltitos para desatarse. Morton la miró y se bajó los pantalones.

-Ahora vas a chupar o tu marido va a quedarse sin mujer y sin trabajo.

Ella obedeció a regañadientes. Introdujo el sexo del hombre en su boca y las lágrimas recorrieron sus mejillas a la vez que la lengua jugaba con la parte íntima del hasta ahora desconocido varón. El líquido no tardó en inundarle la boca con un sabor amargo, a lo que ella respondió escupiéndolo contra el suelo.

-Por hoy ya está bien. Pero recuerda, Jade. Ni se te ocurra volver a resistirte o Fritz no será el único hombre que habrá mancillado tu entrepierna.

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Entrañable confesión

Salieron del edificio donde practicaban la natación conversando de cómo quedar al día siguiente, pero Bernice estaba más callada de lo normal. Claudine preguntó por si le pasaba algo extraño, pero ella insistió en que se encontraba perfectamente. Cuando doblaron la esquina, Darlene les dijo adiós y entró en el edificio azul que quedaba a su derecha, pues tenía clases de alemán. Al dejarlas solas la rubia le hizo saber a la pelirroja que debía contarle algo importante.

-¿De qué se trata?-quiso saber la chica de pelo rojizo
-Bueno...verás... es que...
-¿si...?
-¡Me gusta Gable!-gritó de repente. El rostro se le enrojeció.
-¿Te gusta ese idiota? Pensaba que ibas a decir algo como que estabas embarazada.
-Es que... Me da vergüenza.-Aclaró la rubia, ruborizada aún.
-No pasa nada Bernice, todos nos enamoramos una vez.
-¿Tú también?
-Sí, por desgracia estoy enamorada del idiota de Elmer, no sé qué tiene, pero no puedo evitar sentirme una completa tonta a su lado-suspiró y le puso la mano sobre el hombro a Bernice-. ¿Quieres que te ayude? Mañana mismo vamos a ir a algún sitio y ya me ocuparé yo de que puedas estar un ratito a solas con él.
-P-pero... no sabré qué hacer ni qué decir.
-Bueno, tú improvisa-Le dedicó una sonrisa y continuó caminando.

Siguieron hablando de otras cosas menos relevantes y llegaron a casa tras un día agotador.


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jueves, 18 de noviembre de 2010

Práctica en el aula

Comentó que no había tenido tiempo para corregir los exámenes y la clase respondió con resoplos. Se dispuso a crear los grupos de trabajo para el ejercicio de expresión oral que tenía pensado para ese día, miró a través de la ventana como el cielo ya iba dejando de regar la ciudad y regresó la mirada al aula. Dividió la clase en grupos mixtos de dos personas. Bernice, que estaba en primera fila, tuvo que exponer con Elmer, un compañero de clase que conocía más bien por contratarla para cuidar de su hermana cuando él no se encontraba en casa. Fueron de los primeros en hacer la exposición oral, así que tuvieron un rato para hablar de Gable, ya que Elmer le comentó que al día siguiente iría a visitarlo. Bernice insistió en acompañarle, ya que así visitaría también a su hermana Darlene. A Elmer le pareció bien la idea y quedaron a una hora tardía del día próximo. La chica preguntó por Adelice, pero la pregunta incomodó al chico por algún motivo, aún así, contestó que se encontraba perfectamente y que en el colegio todo iba perfectamente. La verdad es que Adelice tenía muchos problemas para relacionarse con la gente, sobretodo con las personas del sexo masculino. Sus notas no eran excelentes, más bien los suspensos la invadían prácticamente en su totalidad. Era una niña problemática, por eso Bernice quería saber más sobre ella, pues se podía decir que era su única amiga. Elmer invitó a Bernice a visitar su casa tras visitar a Darlene y Gable, y así poder estar con Adelice. La chica aceptó encantada, ya que adoraba jugar con la pequeña hermana de su compañero.

Jade se acercó a ellos y les comentó que hacian una buena pareja, a lo que él contestó que ya tenía novia, era amiga de Bernice y se llamaba Claudine. La profesora quedó sorprendida, pero en su mente Bernice y Elmer seguían formando una pareja de lo más encomiable. Bernice sólo pudo reir al ver la reacción de Elmer, realmente parecía que quisiera esconder los sentimientos por ella.

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lunes, 15 de noviembre de 2010

Asalto nocturno

Levantó la bolsa hasta tenerla a la altura de los ojos y le comentó al pez que pronto estarían en casa y le dejaría más espacio para nadar. Un ruido la alertó de que algo se había movido detrás de ella. Se detuvo para ver si se trataba de algún gato callejero, pero no vio más que un callejón vacío. Retomó la marcha y volvió a escuchar otro ruido. Esta vez no se detuvo, pero giró la cabeza y, por encima del hombro, miró atrás. Al no ver nada fuera de lo normal, aceleró el paso. Entonces escuchó un grito.

-Guapa, ¿tienes fuego?-preguntó la voz misteriosa.

Siguió caminando sin responder. La pregunta se volvió a escuchar, aunque esta vez desde más cerca. Echó a correr y algo la frenó. Le pareció tropezar con algo, pero la verdad es que una barra de hierro le golpeó los tobillos y la parte posterior de la rodilla. El pez sobrevivió al maremoto creado por la caída de la bolsa al suelo y las vueltas que dio ésta antes de que frenara. Bernice intentó levantarse, pero antes de que pudiera hacer nada, una sombra hincó una barra metálica en su espalda, a la altura de los omoplatos, y le saludó cordialmente. Era el propietario de la voz que pedía fuego a gritos.

-No tengo mechero, ni dinero, no tengo nada-dijo asustada.
-Cuánto lo siento. No quería asustare, niñita.

Se agachó y recogió la bolsa en la que el pez intentaba no ahogarse. Sacó una navaja y rajó el plástico. El agua se escurrió por el agujero creado por el apuñalamiento de la bolsa, salpicando a la chica quién ignoraba qué era lo que estaba pasando. Una vez sólo quedó el pez dentro, la dejó caer al suelo y pisoteó al pez con la bota y comentó que lo había hecho para que no sufriera.

Bernice no pudo evitar que se le escaparan algunas lágrimas de los párpados.

-La verdad es que eres más guapa que en las fotos. Te alegrará saber que conmigo vas a disfrutar.

Le levantó la falda y clavó la barra en su espalda.

-Cómo grites, no lo cuentas-le amenazó.

Bajó sus suaves braguitas por sus delicadas piernas hasta dejarlas en sus tobillos. Se desabrochó el pantalón y sacó los genitales al fresco. Estaba excitado, parecía disfrutar con aquello que estaba haciendo. Arrimó sus partes íntimas a las de la chica y la penetró sin previo aviso. El dolor estremeció a la chica, la cual sangraba por entre las piernas mientras el desconocido la atacaba sexualmente. Las lágrimas corrían desesperadas por sus mejillas, buscando sus labios, donde algunas resbalaban hacia el interior de su boca. El hombre cada vez aligeraba más el ritmo de inserción, a la vez que el pulso se le aceleraba. Acabó eyaculando sobre la falda de Bernice y al terminar el forzamiento, la ayudó a levantarse.

Bernice al ver el rostro de su atacante no pudo evitar palidecer y sentirse avergonzada, mucho más que antes, mientras era agredida.

-Hola Bernice, ¿qué tal el día, algún incidente de vuelta a casa?

-N-no, ninguno, todo en orden, Fritz. Por cierto, si vienes a buscar a mi madre ha salido con papá, ahora no está en casa.


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sábado, 13 de noviembre de 2010

Cita cordial

Destapó la botella y rellenó la copa con el agua contenida en el cristal.

-La verdad es que estuve muy atareada ayer como para llorar por la muerte de Fritz-dijo.
-Yo tuve una larga charla con Kearney hará dos días. La verdad es que creo que le convencí de que no volviera a acercarse a mí-comentó tras hincar el tenedor en el filete de carne.
-¿Sabes? Nunca tragué a Kearney, tenía algo raro.
-Aparte de lo de...
-Sí, aparte de lo que te hizo, no parecía alguien normal.
-Bueno, ahora tanto Claudine como yo estamos mejor sin su compañía.
-Es un desgraciado, tendrá lo que se merece, cómo el asesino de Fritz. ¿Puedes creer que su jefe mandara matarlo?
-¿Crees que alguien mandó matar a tu marido?
-No lo creo-respondió enojada-. Sé que es cierto. No me creo que haya sido alguien ajeno a los negocios que llevaba Fritz a cabo últimamente.
-No sé, pero... ¿porqué alguien querría matarlo?
-Bueno, podría darte muchas razones. Una de entre ellas sería el pago total de sus deudas. Nos iba tan bien últimamente que creía que saldríamos adelante y justo cuando ya estamos terminando los pagos, terminan con el deudor. A alguien no le interesaba que se terminaran los plazos tan pronto.
-Pero, ¿entonces no era el dinero lo que los motivaba?-quiso saber.
-Pues, creo que no. Creo que eso era una tapadera para sacar provecho de otro tema, aunque no hay porqué preocuparse, ya está todo solucionado.
-Para ser una profesora de filología alemana, te las apañas muy bien en el tema financiero.
-Una mujer debe estar preparada para todo. Además, no exageres. ¿Qué me dices de tí, Ione? Eres mejor que yo en todo.
-Eso sí que es una hipérbole, Jade.


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viernes, 12 de noviembre de 2010

Lealtad quebrantada

Cortó la tarta de queso y dispensó un trozo para cada una en platitos individuales. Ofreció el primer corte a la invitada y tomó un sorbo de café.
-La decapitaré como hice con Fritz-dijo sin que ella se lo esperara-. Posiblemente no la haga sufrir tanto como ella hizo sufrir a Elmer, pero recibirá su castigo.

Aquellas palabras incomodaron a la rubia, quién miró a la pecera que quedaba tras ella.

-¿Me estás escuchando?-vociferó la visitante
-S-sí-se limitó a contestar, con una sonrisa forzada-. ¿Te apetece algo más?
-No, gracias. No hace falta que traigas nada más. Volviendo al tema anterior, Fritz no volverá a molestarte.

Justo al terminar la oración, apareció una grácil figura danzante y rebosante de alegría en la sala. La cara de la pelirroja pasó de ser la identidad de la serenidad a ser el rostro de la cólera, pasando por la confusión entre ambas.

-Tengo hambre-dijo la niña.
-Bernice, te voy a hacer una pregunta, ¿qué hace ella aquí?-quiso saber la invitada.
-Verás... ella no tenía adónde ir-intentó excusarse.
-¡No me vengas con ésas!-rugió a la vez que desenvainó la espada- Te he librado de ese cretino y... ¿así es cómo me lo pagas? Escondiendo a la niñita que me lo ha quitado todo te has puesto de su lado. No pensaba que me traicionarías.
-No es lo que crees, ella vino a mí.
-¿Cómo que no es lo que creo? Le has curado las heridas. Seguro que te contó lo que hizo y, aún así, le diste refugio.

La niña se escondió tras Bernice.

-¿Tienes miedo? Pues bien que cuando le destrozaste el rostro a Elmer no dudaste.
-¡Claudine, basta!-gritó Bernice-. Adelice es una cría, y tú no sabes lo que ha llegado a sufrir...
-Así que ella ha sufrido, ¿eh? Los celos la han llevado por el mal camino. Ella lo ha matado para que yo no lo tuviera. Siempre lo he sabido, ella amaba a Elmer, a pesar de ser su hermana, es una zorra. Y va a pagar por ello.

Se lanzó contra Bernice y la apartó de un codazo. Se abrió paso hasta la niña y, una vez estaba frente a ésta, notó un leve pinchazo en el estómago. Se miró sorprendida el lugar en que percibió como si un punzón le atravesara la piel hasta llegar a su sistema digestivo. Su amiga le había apuñalado, cosa que le cabreó, pero se quedó inmóvil.

-No es eso lo que sucedía-comenzó a explicarle Bernice-, pero no espero que lo entiendas. Por lo visto, has perdido el juicio. No puedo hacerte entrar en razón.

Agarró el cuchillo por el mango y la volvió a apuñalar. Le acuchilló los senos hasta dejarle la zona completamente ensangrentada. Cada vez que el cuchillo se hundía en los pechos, los gritos de Claudine inundaban el salón y, cada vez que el objeto cortante salía del cuerpo de la chica pelirroja, la sangre le salpicaba las manos a su asesina. Le rasgó el ombligo y el vientre para más tarde dejarla caer por su propio peso. Al verla abatida, no se conformó y agarró un cojín del sofá y la ahogó oprimiéndolo contra su rostro. Cuando Claudine dejó de forcejear contra Bernice, abrazó a Adelice y le propuso merendar mientras veían una película de dibujos animados, a lo que la niña aceptó encantada.


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jueves, 11 de noviembre de 2010

Pueril revolución

Salió de la bañera lentamente. Las gotas de agua que humedecían su piel resbalaron plácidamente desde sus pequeños senos hasta sus delicados tobillos, resiguiendo su grácil figura. Se envolvió en una toalla y enrolló su pelo rizado -empapado- en otra más pequeña. Se miró al espejo y sonrió. Inesperadamente, la puerta se abrió a su izquierda y un chico joven, completamente desnudo, apareció tras ésta. Éste la inspeccionó con la mirada y, acto seguido, le pidió que se arrodillara ante él y le complaciera de inmediato.

La niña obedeció sin rechistar e introdujo la parte íntima del chico en su boca. Él, complacido, cerró los ojos y disfrutó del momento. Estaba satisfecho, al menos hasta que notó cómo las fauces de la chiquilla se le marcaron en el miembro. Le había mordido, así que la apartó, ordenó que se levantara y, una vez estuvo en pie, la abofeteó con tanta fuerza que le hizo girar el rostro aproximadamente unos noventa grados a la derecha. Los dedos quedaron impresos en la mejilla de la pequeña cómo si los hubieran marcado al fuego y, un hilo de saliva salió disparado de entre los carnosos labios de ésta al ser abofeteada. Aún enojado, la empujó con fuerza, ella perdió el equilibrio y acabó chocando de espaldas contra el espejo, el cual se rompió al recibir el impacto.

Ella quedó tendida en el suelo sobre trozos de cristal, algunos un palmo de grandes, otros no tanto. La toalla que le envolvía el cuerpo evitó que se lastimase en algunos lugares de su delicada piel pero, aún así, los brazos le lloraban sangre a través de los cortes ocasionados por algunos pedazos de espejo. Él se acercó con intención de ayudarla a levantarse y le tendió la mano; también mencionó que debía terminar la faena, aunque esta vez sin mordiscos o lo lamentaría. Ella aceptó apoyarse en aquella extremidad para incorporarse, y lo que ello conllevaba, pero en vez de continuar con la felación, preguntó si podía darle un beso. La petición fue aceptada al segundo de ser formulada.

El joven acercó el rostro al de la niña y ésta le clavó un fragmento de espejo en el ojo izquierdo, ensangrentándole el rostro. Mientras el dolor lo invadía y los gritos de agonía se volvían su único lenguaje, ella aprovechó para repetir el ataque, aunque esta vez pudo hacerlo por motivo de simetría o por el hecho de dejarlo completamente ciego.

Agarró ambos cristales y los empujó contra las córneas del chico. No le importó en absoluto que aquello fuera un arma de doble filo, pues aún con las palmas de las manos lastimadas, continuó apuñanlándole las cuencas oculares. La sangre corría por sus dedos, formando un río escarlata que, al recorrer el vidrio, se mezclaba con la de su víctima. Cuando creyó conveniente, soltó las dos armas blancas improvisadas y le asestó una patada en el escroto. Se giró hacia el espejo fragmentado y le robó uno de los fragmentos. Al tenerlo entre las manos, una risa se le escapó de entre los dientes. Se acercó al lastimado cuerpo que ahora yacía en el suelo, le agarró el pene por el tronco, bajó el pellejo hasta ver resurgir el glande y, lentamente, fue decapitándolo con cortes lentos y suaves que hicieron estremecer al muchacho. Cuando hubo terminado con la decapitación, hincó el mismo fragmento de cristal en el escroto, se lo amputó desde la base y lo alzó como un trofeo. Aplastó los genitales con los dedos y lanzó lo que quedó de ellos por el retrete.


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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Placer desaforado

La puerta entreabierta dejaba intuir-por el ajetreo que se daba en la oscura habitación- el porqué de aquellos gritos placenteros. El comedor iluminaba ambos cuerpos desnudos a través de la rendija que existía en la entrada de la oscura pieza y los jadeos, ya apagados, declararon el final de una intensa lucha por alcanzar el climax. Hubo una breve conversación postcoital. Entretanto, la mujer recorrió el cuerpo del hombre desde el ombligo hasta el pecho, con desdén. Cuando hubo llegado a reseguir la clavícula con la yema de los dedos, apresó el cuello del varón con ambas manos y lo oprimió con rabia. Los dedos se hundieron en la carne mientras las uñas la rasgaban y extraían un líquido espeso que impregnaba las huellas dactilares de la fémina. El agredido intentó defenderse, pero para cuando pudo contraatacar, ya era demasiado tarde.

El pulso se le desaceleraba a la vez que aumentaba su falta de óxigeno en sangre. El rostro empezó a enrojecer, y la sangre le recorrió el pescuezo con motivo de las heridas -cada vez más profundas- que le ocasionaba aquella que le había proporcionado, hacía escasos minutos, un placer inconmesurable. Las uñas raspaban la tráquea cuando él cayó muerto. Fue entonces cuando ella encendió la luz. Pudo contemplar cómo el cuerpo carente de vida de aquel hombre yacía sobre su cama; estrangulado con sus propias manos. Se acercó a la mesita de noche, tomó un fajo de folios del primer cajón, junto a un bolígrafo rojo y se sentó junto al cadáver. Lo miró y le comentó que debía corregir unos exámenes y que esperaba que no le importase.

Antes de empezar su tarea, volvió hacia la mesita, dejando los folios a los pies del muerto y, agarró una botella de agua, de la cual echó un trago a salud del fallecido.


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100 posts

Bueno, por fin parece que he llegado a los 100 posts, una meta que no esperaba cumplir, pero que ha llegado lentamente. A todos aquellos que me habéis leído, gracias(a los demás que os den por el saco). A los que me habéis comentado pues muchísimas gracias, sois el soporte que mantiene vivo este blog. Y no sé qué más decir, que ya he dicho cosas bastante cursis xD. Ah, sí. Al final he decidido que el post 99 tendrá una secuela, por así decirlo. Es decir, acabará siendo una mini-saga de probablemente 20 "capítulos". Tiene a lo mejor una trama difícil de entender, ya que estará desordenada, pero espero hacerla de manera que se puedan unir bien las piezas. Bueno, pues eso es todo. Y ya sabéis, a comentar y a divulgar mi blog por todo lo ancho y largo.

lunes, 8 de noviembre de 2010

El aguacero de la victoria

La lluvia no tardó en regar la cabeza cercenada de su víctima. A ella le remojó el pelo y humedeció sus escasos ropajes. Por el filo de la espada resbalaban gotas que tímidamente saltaban hacia el vacío, para estallar en el pavimento, deshaciendo su forma y zambulléndose en un charco creado por una mezcla de sangre y agua que formaba una frontera improvisada entre ambos, separándolos unos pasos y uniéndolos al empapar el calzado del uno y del otro. Miró al cuerpo inerte y se secó las lágrimas con los nudillos ensangrentados. Enfundó la espada tras sacudirla violentamente en un golpe seco, pateó el cráneo para arrebatarle el rostro feliz que tenía impreso, pero sólo consiguió desencajarle la mandíbula y arrancarle tres dientes, probablemente incisivos. Se acercó de nuevo a la cabeza rodante y la pisoteó, desfigurándole el rostro y arrugándole la piel; hincando el talón en la oreja que tenía decorada con un pendiente en forma de estrella. Con poco esfuerzo pudo romper el duro hueso que protegía el cerebro de su enemigo y volvió al taxi sin mirar atrás. Encendió la radio tras encender el coche y se dirigió a los almacenes de la periferia.


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viernes, 15 de octubre de 2010

La urna custodiada

Le hizo sentirse incómodo, de la manera con la que le inspeccionaba con la mirada parecía que quisiera encontrar algo que se encontrara tras la piel del muchacho.

-Esto... ¿hay algún problema?-quiso saber.
-Pues, ahora que lo dices... no. Creo que estás completamente limpio.

Él pensó en la última vez que tomó un baño y de eso ya hacía una semana o dos, que alguien de la alta sociedad le dijera algo así lo animaba.

-¿Cuál es el motivo de tu visita, jovencito?
-Mi padre me dijo que os trajera esto-sacó un pergamino del saco que llevaba colgado al hombro-. También dijo algo de un dragón y...

La cara de la anciana se arrugó, pasando de ser una pasa a una pasa aplastada con la boca abierta.

-Muchacho, será mejor que no mientas. Es importante que esto llegue al castillo, yo no tengo nada que hacer con estos asuntos, pero gracias por avisar.
-Mi padre insistió en que se lo diera a usted. Dijo que nadie más podría ayudarme, más que usted.
-Estoy vieja para estos trotes-contestó bruscamente-, será mejor que le lleves el encargo a los guardias de allí arriba.
-Pero...
-Nada de peros, ¿no ves que soy una anciana? podría romperme la columna o algo peor

Estaba acorralado, ya no podía convencerla de ninguna manera, pero entonces recordó el motivo por el cual siempre se movía aquella mujer.
-Bien, no quería decírselo-comenzó a decir-, pero hemos encontrado algo que creemos que le pertenece.
-¿Sí...?-respondió alegremente- ¿de qué se trata? cuéntame, cuentáme de qué se trata.
La cara arrugada de la anciana pareció obtener un brillo misterioso a pesar de la luz tenue y escasa que había en la sala.
-Pues... es una urna que contiene un líquido espeso...
-¿No habreís tomado ese líquido por casualidad?
-La verdad es que ni siquiera pude tener la urna en mi posesión, mi padre fue quien iba a traérosla, pero el dragón se la arrebató de las manos y se lo tragó, o eso me pareció.

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miércoles, 13 de octubre de 2010

La desdicha de un rey ( y el infortunio de su mujer)

La negativa le aplastó la líbido como una guillotina le hubiera separado de sus partes masculinas, sesgando los testículos como si se tratara de una tela no muy cara. Llevaba días intentándolo, pero no obtenía más que excusas para no dejarle hacer lo que se había propuesto. Esta vez ella decía estar demasiado agotada por el viaje y ni siquiera le dio oportunidad de comenzar los preparativos. Él agachó la cabeza, dejó que se marchitaran sus ganas de procrear de nuevo y se introdujo en la cama, pensando en que no estaba hecho para ello. No llegaba a conseguirlo con la mujer que él amaba, a pesar de que las damas de otros reinos se le habían insinuado-incluso algunas habían allanado sus aposentos y le habían propuesto una noche de desenfreno-, él se atormentaba y no quería más que la aprobación de su señora. Todos creían que el rey era un gran galán y cada noche satisfacía a su mujer, pero la realidad era muy contraria a este pensamiento. En principio, el rey tenía suerte de haber cortejado alguna mujer antes de su matrimonio con la reina actual, pues de tres años de reinado juntos, sólo habían tenido dos hijos. Aunque no fueran las únicas veces que retozaron, la cantidad de veces que habían removido las sábanas no alcanzaba la veintena. Para colmo, en el pueblo corría un rumor.

Se decía que la mujer más poderosa de la ciudad envenenaba a su esposo en las comidas con un somnífero, luego-cuando era la hora de ir a dormir- se aseguraba de que estuviera bien amodorrado y se reunía con un hombre apuesto, con el que parecía mantener una relación que no parecía ir más lejos de dos revolcones cada noche. La gente comentaba que esta relación agitaba los cuadros de la torre Este, donde residían las reliquias que había conseguido la dinastía Muinry.

Para asegurarse de que esto no eran más que habladurías, el propio rey no cenó esa noche, hizo ver que se había quedado dormido y entonces, vio que la traición de su esposa no eran cuentos inventados por algún bardo malhechor. Cuando ésta salió de la habitación se incorporó y la se dirigió a la torre Este por un pasadizo que sólo él conocía, ya que era un pasadizo que debía emplearse en huídas en caso de invasión. Cuando llegó allí no vio ningún hombre, ni siquiera una silueta. Únicamente pudo ver una estatua de la diosa Lynoria con la poca iluminación que podía otorgarle una vela. Escuchó pasos tras él y se escondió. Para su seguridad, decidió apagar la vela. Entonces lo vio todo con claridad. Su mujer no le estaba engañando, sino que cada noche le rezaba a la diosa. Ella pedía el poder ser más pasional, poder satisfacer a su marido y gozar siempre que quisiera de los placeres carnales, pero la diosa no parecía escucharla, la verdad es que más bien la había castigado debido a su belleza. La diosa creía que podría obtener más placer del que ella nunca hubiera creído posible, así que le prohibió el derecho de sentir el placer sexual muy a menudo.


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martes, 5 de octubre de 2010

El poblado

Era un día como otro cualquiera. Los pájaros volaban por un cielo apenas sin nubes. La gente salía a las calles a pasear. Los árboles lloraban hojas secas y la vida continuaba. Mientras tanto, una esfera rojiza y resplandeciente se escondía tras las montañas-a lo lejos-, y enrojecía el firmamento, haciendo de éste una obra de arte digna de un pintor carismático. Toda esa paz se vio interrumpida cuando un niño avistó un hombre muerto, con heridas en las manos, tan profundas que incluso se podía intuir el hueso del dedo índice. Un cuervo reposaba en la cabeza del muerto, ladeando la cabeza. Sin previo aviso, el cuervo introdujo su afilado pico en el hueco del ojo derecho y cegó al cuerpo que premanecía estirado en el suelo, cubierto con una manta de cintura para abajo.

Un grito acompañó el silencio que se formó después del hallazgo. Todos en el pueblo cerraron los pestillos de las puertas e incluso algunos abrieron y volvieron a cerrar para asegurarse de que nadie pudiera entrar. El niño siguió llorando, desconsolado, solo en el atardecer. Miró la iglesia y corrió hacia ella. Nadie se encontraba en el pueblo, solo él recorría las calles. Aporreó las puertas de la iglesia con fuerza. No obtuvo respuesta. Continuó aporreando la puerta hasta que le sangraron los nudillos, se despellejaron y el hueso se hacia visible entre tanta sangre que caía por la palma y el dorso de las manos. Entonces el portón se abrió.

Entró sin pensárselo y vio-gracias a la iluminación que otorgaban la velas-, que allí no había nadie. Era un lugar abandonado, no como las viviendas. Tenía frío y se sentía solo. Llevaba seis días sin probar algo más que tierra mojada en aceite del candil que guardaba en la mochila de viaje. Esperaba mantenerse con vida allí dentro, pero la verdad es que la fiera que había acabado con la vida del hombre que yacía en las calles de aquel poblado, lo iría a buscar y no se detendría hasta saciar su sed de venganza.

La leyenda dice que en aquel pueblo no nacen niños, pero esta no es la verdad, la verdad es que una bestia se los arrancaba de las manos a los habitantes de aquel lugar. Si no encontraba alguna criatura, siempre se conformaba con arrebatarle la vida a algún adulto.

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martes, 7 de septiembre de 2010

Sentimientos desconocidos

Las gotas impactaban sobre su cara y ocultaban la presencia de lágrimas en aquel rostro arrugado por el llanto y dolorido por algo que no llegaba a comprender: Una emoción recorría su mente en aquellos momentos. No estaba hecha para tener sentimientos, ni siquiera lo había pensado, pero estaba triste. Se sentía traicionada, usada y a la vez la felicidad le invadía por dentro debido a que había llegado a poseer algo que nunca hubiera imaginado. Volvió a dirigir la mirada al suelo, allí donde los riachuelos se formaban sobre los guijarros que señalaban el camino hacia la ciudad. No quiso mirar atrás, pues acababa de huir de allí con motivos más que razonables. Sentía un sabor amargo entre los dientes que le recordaba al gusto de la arcilla mezclada con sangre y recordó los buenos momentos que había pasado con aquellos que eran enemigos de su amo. Alzó la vista hacia el cielo y rogó que la dejaran vengarse, pues ahora no sentía la pena que suponía el haber sido desterrada, sino que experimentaba un sentimiento mucho mayor, la ira. Con la ira en sus pensamientos, creaba maneras de acabar con aquel que le había dado cobijo durante tantos años y se había deshecho de ella, como si de un trasto viejo se tratara.

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sábado, 4 de septiembre de 2010

Animando a un ejército

Era un momento crucial, todos estaban atentos a lo que diría. Probablemente lo que dijese sería recordado por todos los tiempos -hasta la saciedad por algunos-, como la frase que pronunció el héroe más grande que había pisado aquellas tierras. Se le recordaría más por aquello que debía decir en ese instante que por sus hazañas, pues dependiendo del pueblo o nación, la historia variaría y con ella sus aventuras y proezas. Se dirigió al estrado, miró a la multitud tediosamente, intentó rebuscar en la biblioteca de su cerebro, pero ese día tenían vacaciones, así que tuvo que inventar algo sobre la marcha.

-Amigos, sé que no estáis aquí por gusto. Os he de decir que ahora mismo me estaría emborrachando en cualquier taberna, pero aquí estoy, frente a un ejército de asesinos. No os voy a dar ánimos, pero voy a decir que los dioses están de nuestro lado porqué nuestra causa es noble y los dioses bien lo saben. Sobretodo Brynor estará en nuestro bando, pero no por eso debemos bajar la guardia. Recordad que esto es una guerra y el título de asesinos no lo mantendremos si somos asesinados, así que... dicho esto, sólo me queda decir una cosa. ¡Salvemos a nuestra reina!



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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Septiembre recuperador

Bueno, ayer volví a subir algo al blog desde... dejémoslo en mucho tiempo. El caso es que es llegar Septiembre y mentalizarme de que debía subir algo aquí. No sé si será la costumbre de que cuando empiezan clases pase más horas delante de la pantalla del ordenador o qué, pero al menos me sirve para saber que no ha muerto mi blog y os doy la bienvenida de nuevo a este blog de escritos. Otra cosa de la que quería informar es sobre mi redacción en otras webs. Pasé un día por una web hace un tiempo(mayo o junio creo recordar) y enlacé mi web y a los dos días o así me dijeron que les enviara trabajos míos y les envié un mail. Me dijeron que les pasara escritos y bueno... no he enviado nada de momento, pero supongo que si les enviara algo ahora pues no habría problema. El caso es que si publico algo en otra web lo pondría en la sección de noticias como algo insólito, nada más. Decir que no he escrito ni un cuarto de lo que pensaba escribir este verano, así que Balsira© se retrasa, aunque ahora que me ha dado la vena y no voy a tener mucho que hacer voy a escribir a saco (las clases al menos hasta el 17 no empiezan, así que no tengo problema). Bueno, hasta que vuelva a publicar(que probablemente será mañana o el otro).

martes, 31 de agosto de 2010

El criado y el duende ladrón

Agazapado, en medio de todas aquellas miradas, se escondía tras los enclenques y largos brazos que le caracterizaban, de ahí que le apodaran espantapájaros o cosas similares (aparte de por su encrespado estilo de peinado). Repetía una y otra vez-entre balbuceos- que no le hirieran, que él no había hecho nada y algo más que no era comprensible a los oídos de quienes le rodeaban. Entretanto le venían a la cabeza canciones de cuna que le cantaba su madre en las noches de tormenta. Siempre que se asustaba, fuera cual fuera el motivo, la voz de su madre encontraba la manera de llegar a su mente -o al menos a sus oídos-, y tranquilizarlo; aunque esta vez no parecía calmarlo. Una bota se posó duramente contra sus esqueléticos dedos, produciendo un crujido y propinándole un pinchazo que le recorrió el brazo desde los nudillos hasta los hombros y un hormigueo le avisó de que pronto se le adormecería la mano. La cabeza cayó rendida junto a la mano, bajo el yugo de la bota que acababa de coronar la cima de su cuerpo, aquella misma que le había asestado una patada en el trasero hacía escasos minutos -antes de que cayera de bruces al suelo y quedara en medio del círculo de aristócratas enfurecidos-, la cual pertenecía al noble con más poder-o al menos el que tenía más tierras y más riquezas- de entre todos los que se reunían en aquella sala.

-Devuelve el guante dorado-exigió el dueño de la bota.

-O las consecuencias serán funestas para tí y los tuyos-dijo una voz áspera y arrugada.

Un cuchicheo multitudinario prosiguió a la frase.

-¿Es que prefieres morir a entregarnos un objeto?-preguntó una voz joven, característica por su nasalidad.

-El gu-guante lo t-tiene el du-duende-respondió al fin.

-Otro que dice lo del duende, tendremos que...-dijo el muchacho

-¡Ya basta!-exclamó el propietario de la bota-será mejor que no nos mientas porque como no encontremos a ese duende... -Empujó la cabeza(más bien la acompañó con saña) hasta el suelo y le asestó un golpe de gracia con el que le rompió el tabique nasal al escuálido sirviente-. Vámonos. Tenemos algunos asuntos que atender.

Tras él, fueron desapareciendo por la puerta todos y cada uno de los nobles.

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martes, 6 de julio de 2010

Se acabó

Por fin termina la temporada de exámenes y con ella el curso. Debo decir que este semestre ha sido super estresante y que he muerto varias veces, pero como por lo visto soy inmorible(que no inmortal), sigo con vida. Ahora toca "disfrutar" de un verano caluroso y de las vacaciones a poder ser. No tengo mucho más que decir así que... hasta la próxima.

viernes, 2 de julio de 2010

Junio, el mes que desequilibra el año

Junio me ha hecho olvidar el blog. Motivos varios, exámenes y demás cosas han hecho de Junio un mes un poco insoportable, pero a la vez un tanto llevadero. Sin ocupaciones habría pasado más lento y prefiero que el tiempo corra a la misma velocidad siempre a poder ser. Ahora ya empieza el verano para mí (aún no he terminado exámenes, esto es horrible) y como este año se ha portado bien conmigo en casi todos los sentidos, creo que será un verano que recordar. Espero jugar a rol con mucha más frecuencia, pasar tardes haciendo el gilipollas o simplemente perdiendo el tiempo con alguna ocupación no demasiado laboriosa (como por ejemplo tocar el bajo o jugar a la consola). En lo referente al trabajo, espero que me cojan ya en algún lugar, esto no puede ser. Bueno, no mucho más qué decir. Este finde toca ver a gente que hace tiempo que no veo, a ver a quien veo y a quien no, aunque está claro que veré a mi mejor amigo y eso ya me alegra, hace un año que se fue a vivir al culo del mundo(en el que el pobre está incomunicado casi por completo y solo conoce una chica y es lesbiana) así que cada momento que pueda pasar con él lo debo aprovechar.

La caja de música

Se sentó junto a la mesa, en el sillón de terciopelo que siempre había ocupado su padre en las tardes de verano. Abrió la caja de música con delicadeza y ésta produjo un leve sonido, intentando imitar alguna canción aprendida en algún momento de su larga vida como objeto de decoración. La cerró y la tapa expulsó una capa de polvo del interior, simulando un estornudo. Llevaba tanto tiempo sin contactar con humanos que llegó a volverse alérgica a las caricias que le producían unos suaves dedos al abrirla. La chica la miró de refilón, pensativa y la volteó en busca de una manecilla que le sirviera para hacer sonar la música. La caja vomitó todo lo que guardaba en su interior, desechándolo todo en el parquet con brusquedad. Entre los desperdicios había una carta llena de dobleces, arrugada como un trapo sucio, desgastada como un juguete antiguo, ajada de haber sido releida en reiteradas ocasiones y maltratada como algo odiado desde lo más profundo de un corazón rencoroso. La joven escudriñó entre los pliegues de la falda por si algo hubiera caído por allí. No encontró más que un par de agujas de reloj que, cuidadosamente arrancó de la tela. Las aposentó encima de la mesa y se dispuso a recoger el estropicio que había creado.

Tras recogerlo todo, y tras pelearse con el papel, leyó la carta. Era de su padre. Unas lágrimas recorrieron su rostro, desesperadas por llegar a sus labios.

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domingo, 6 de junio de 2010

Verdad inalcanzable, vida saludable

No creía en los valores que le habían impuesto a la fuerza. Siempre intentaba irse por el lado que el maestro le evitaba explicar. No aceptaba de ninguna manera que la verdad solo tuviese un modo de encontrarse. Para él, la verdad absoluta no existía, pues todo acababa teniendo una parte subjetiva según su parecer. No comprendía cómo era posible que un ente superior pudiera tener todo el saber si en una cabeza humana no se podían explicar las cosas más que con teorías y suposiciones. Esa incógnita y muchas otras revoloteaban por su cabeza. Decidió confiar en un amigo que investigaba el porqué de las cosas, pero solo llegó-al cabo de los años- a comprender las cosas desde un punto de vista externo y sin llegar a comprender el porqué sucedía de tal modo y no de otro. Las dudas aumentaban en su pequeño cráneo, y decidió no aceptar ninguna de las dos doctrinas. Buscó la manera de explicar el comportamiento de las cosas bajo un punto de vista general y más preciso de los que estaba acostumbrado. Tras mucho investigar decidió dejar de lado el tratar de comprender algunas cosas, pues se percató de que no estaba el ser humano preparado para la verdad. La verdad estaba escondida por alguna razón. Aunque desconocía el motivo, sabía que había uno. Éste no era ni el sentido de la vida ni cosas que se han preguntado las personas al dejar huella en este planeta, no. El motivo era bien simple: la verdad es que no existe más verdad que la vida se escurre, y si no la aprovechas, más tarde te arrepentirás. Así pues, dejó de preocuparse por cosas sin importancia, pues todo importa tan poco como vivir la propia vida. Llena de altibajos, contradicciones, traiciones, amores, etc. más allá de esto, la vida no tiene sentido, se busque donde se busque, no se encontrará más que vacío u otra nueva pregunta.

jueves, 20 de mayo de 2010

Placer concedido

Se afeitó mientras canturreaba felizmente. Se vistió apresuradamente adecuado para la ocasión, se roció con un poco de agua de colonia y, salió de casa con una sonrisa esbozada en el rostro. Se reunió con una hermosa señorita, la cual le esperaba ansiosa a la entrada de una sala de cine. Vieron una película mientras se besuqueaban y se daban caricias. Más tarde, justo cuando la proyección terminó, fueron a cenar. No acabaron en el mejor sitio de la ciudad, pero cubría las necesidades. Comieron entre risas e imitaciones de personajes públicos. Mientras tomaban los postres, hablaron de citas de libros conocidos y al salir, ambos iban cogidos de la mano. Subieron a un coche destartalado pero funcional y se dirigieron a la casa de la dama.

Allí, él la acompañó hasta la puerta, donde, tras un poco de charla, se comieron a besos. Los ósculos deshacían sus labios, uniéndolos a ambos por la lengua. Los gestos no perdían protagonismo, pues él le acariciaba el pelo y la abrazaba apasionadamente a la vez que ella le devolvía los abrazos. Traspasaron la barrera que suponía la puerta que daba acceso al interior de la casa gracias a las llaves y, continuaron con su desenfrenada manera de demostrarse cariño. Ella lo fue dirigiendo hacia el sofá y allí volvieron a fundirse sus bocas. La fémina le arrancó la corbata de manera delicada y desabrochó la camisa con deseo. Una vez estuvo él desnudo de cintura para arriba, le bajó los pantalones y los arrugó al pie del sofá en el que se encontraban. El varón recorrió la piel de su compañera con los dedos y se deshizo de sus zapatos. Ambos se miraron un instante, parando la acción. Durante unos instantes, solo se escucharon jadeos minimizados, respiraciones agitadas y corazones palpitando a velocidad desmesurada. Se acercó él a ella, la rodeó con los brazos y la puso encima, cambiando el puesto de manera sutil. Al estar encima, comenzó a mordisquearle el cuello y a recorrer el torso con besos ardientes. Llegó a la zona pélbica y antes de que su compañero pudiera articular palabra, deshizo el camino, rápidamente. Éste quedó boquiabierto, meditó unos segundos y dijo una frase, clara y concisa: -Empuja ese vestido hasta los tobillos, que esta noche voy a hacerte mía.

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miércoles, 19 de mayo de 2010

Lugar encontrado

Miró el pedazo de papel que sostenía entre las manos. Alzó la vista y se encontró con unaa réplica real del dibujo que había inscrito en el mapa. Parecía haber llegado al lugar que había ansiado encontrar durante tanto tiempo. No sabía qué podía esconderse tras las puertas de aquella catedral abandonada, pero lo que era cierto es que no iba a marcharse con las manos vacías. Se acercó al portón e intentó abrir. Todo esfuerzo fue en vano, por mucho que empujara, golpeara y aporreara la entrada, el frío metal del que estaban hechas las puertas no se inmutaba. Apoyó la espalda en la pared, y se sentó en el suelo. Un águila lo miraba desde arriba, con cara de pocos amigos. Se acercó el ave a inspeccionar la zona y de paso arrebatarle la vida a algún ratón cercano. El hombrecillo miró al cielo, desesperado y pidió ayuda a los dioses. Inmediatamente el águila se posó sobre su sombrero. No sabía si era una señal, pero le pidió amablemente que le dejara entrar. Ésta no artículó palabra alguna, aunque se acercó a un ratón que salió de detrás de una estatua no muy pesada. Él se acercó allí y movió tal estatua. Descubrió que se encontraba un agujero lo bastante grande como para poder entrar en el edificio.

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ebrio y adormilado

La cabeza se le hacía añicos con cada sonido. Por mínimo que fuera, el ruido le taladraba la mente. Deseaba mantenerse alejado del mundo y, por eso, no salía de allí. Las paredes le hablaban en voz baja y el miedo le susurraba al oído maneras de acabar con su tortura. Todos los métodos acababan de manera drástica así que decidió mantenerse despierto para asegurarse que no se le arrebataba la vida sin permiso. El sueño intentó atacarle en varias ocasiones, al principio parecía ganar la batalla, pero sus ojos no cedieron. Los párpados cada vez le pesaban más y el cráneo se volvía más pesado, incluso más denso; se dejaba vencer por la gravedad en diversos momentos, pero él no se rendía. Se mantenía entretenido con cualquier cosa, evitando pensar en dormir. Un gas proveniente del estómago se le escapó por entre los dientes, rozándole los labios. Tenía un sabor amargo, tanto como el del licor que había tomado en exceso.

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martes, 11 de mayo de 2010

El tiempo, algo incierto

¿Quién dice que los días no pueden terminar a las 5 de la mañana? La verdad es que un día puede diferir dependiendo de la persona. Alguien puede empezar el día a las 6 de la mañana y otros pueden comenzarlo a las 3 de la tarde. El tiempo es algo desequilibrado, caótico, y por mucho que queramos, no podemos controlarlo. Así que por muchas divisiones que tengamos sobre éste, lo único que podemos hacer es calcularlo, desde un punto de vista humano, es la única manera de conseguir saber cómo pasa delante de nosotros y nos acerca a la muerte. Claro está que si el tiempo lo pudiésemos controlar, el mundo tendría tantos flashbacks que moriríamos en un punto tan cercano a nuestro nacimiento que no valdría la pena vivir. No poder controlar cuanto nos rodea es tan bueno como no poder elegir todas las opciones que debemos tomar. Un día comienza cuando nos levantamos de la cama, desayunamos o no lo hacemos, y perdemos el tiempo haciendo la rutina diaria y termina cuando vamos a dormir. Por lo tanto, un día puede tener máximo 16 horas habitualmente, aunque hay otros que llegan a tener más de 24. Todo depende de lo que aproveches el tiempo o lo malgastes estando despierto o estando dormido.

lunes, 10 de mayo de 2010

Traición sobre perjurio

Emborrachó a cuanto había en la fiesta, dejando al mundo en una posición desprotegida. Sin dioses protectores no habría nadie que le impidiese la destrucción de ciertos lugares. Siguió sirviendo el dulce y espeso brebaje a los invitados, hasta dejarlos en condiciones infrahumanas. Decidió encerrarlos una vez estuvieran dormidos, aunque para ello debería hacer uso de la magia. Una vez adormecidos, se dirigió a las regiones elegidas para acabar con cierta molestia. Pero al llegar se encontró que los guardianes no eran los dioses propiamente dichos, sino sus héroes, los cuales estaban al tanto del complot debido a las traiciones entre los dioses incomformistas. No era él el único que había abjurado en contra de los demás, sino que, se vio envuelto en su propia trampa. No pudo acabar con los héroes, pues aún siendo mortales estaban protegidos por la diosa creadora, la cual no había sido envenenada con la potencialmente alcóholica bebida que había fabricado. Éstos expulsaron al traidor de sus respectivas tierras y lo encerraron en un lugar del que no lograría salir. Una espiral eterna, creada por los emborrachados después de juzgarlo y deportarlo de las tierras etéreas. Allí pasó unos años, jurando y creando nuevas formas de venganza.


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jueves, 29 de abril de 2010

Acerba libertad II

-Hola-dijo con una voz ronca-. No pensaba que me encontrarías.

Ella le miró con recelo y le abofeteó la cara. No dijo nada. Solamente golpeó la mejilla como un remo golpea una ola del mar para hacer avanzar a una barcaza. Lo tenía merecido, la libertad le había nublado el juicio y posiblemente necesitara una dosis de realismo. La víctima se echó una de las manos a la mejilla dolorida, calmando el dolor con las caricias que podía proporcionarse, pero el enrojecimiento le hizo arrepentirse de lo que había estado haciendo. Lanzó la botella lejos, haciéndola girar en el aire mientras volcaba el contenido al viento. Éste corrió desesperado para probar el líquido y acabó lanzándolo contra el suelo por su amargor.

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miércoles, 28 de abril de 2010

Acerba libertad

Siempre quiso saber cómo se podía vivir sin preocupaciones y ahora que ya era libre, deseaba volver a estar esclavizado. Echaba de menos sentirse estresado, ahora solo le invadía una idea de frustración. Había estado buscando la libertad desde que tenía uso de razón, pero ahora que había alcanzado su objetivo, no se sentía satisfecho. Una sensación amarga le recorría la lengua, agriando su garganta. Se acercó una botella de cristal a los labios y bebió parte del contenido, éste le quemó la nuez. No era agua, pero en ese entonces creía que no merecía nada más. Cerró los ojos y se dejó caer hacia atrás. Cayó sobre el césped humedecido. Acarició las hierbas con la palma de la mano, formando círculos. Abrió los ojos y la luz del Sol aún seguía presente, firme a sus horarios. Estaba alto en el cielo, debía ser mediodía. Alguien se acercó y se sentó a su lado. Se incorporó para saludarle. Era una chica joven, de cabellos rizados, rubia. Vestía una camisa blanca de mangas holgadas, una falda corta con volantes y un lazo que le separaba el flequillo de la frente.

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sábado, 24 de abril de 2010

Realidad fictícia

Ya no sabía qué era lo que hacía. Estaba tan inmerso en un mundo imaginario que le costaba distinguir entre realidad y ficción. No entendía como ambos mundos se habían fusionado, creando uno nuevo, marcado por las diferencias que existían entre éstos. Aquello que tenían en común carecía de importancia, no tenía relevancia. Sonrió al ver cómo un ave se evaporaba por detrás de una cortina de aire trasparente. Cerró los ojos y se le llenó la vista de espirales azuladas que corrían tras una ardilla montada en un pato de fuego. Por mucho que corrieran, las espirales sólo se enroscaban en torno a sí mismas, creando un vórtice fictício que le transportó a una habitación vacía. Abrió los ojos y descubrió que ésta se había materializado. Podía acercarse a la mesa que existía al fondo, pegada a la pared, o sentarse a tocar el piano que estaba tras él.

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PD: No sé lo que escribo ya. xDD

miércoles, 21 de abril de 2010

21 sobre 21

Hace veintiún veintiunos que empezó algo ventiuntástico. No sabría explicar si es algo fantástico o algo real, el caso es que no es descriptible de una manera fiel. No puedo ser objetivo. Me refiero a que es muy dificil mirar desde un punto de vista lejano una cosa que me atañe(aunque en este caso sea a mí, no soy el único que se ve envuelto en una situación similar).

No sabría expresar la felicidad de una manera eufórica tal y como hace la mayoría. No soy como el resto, y eso creo que ha quedado claro en más de una ocasión, así que no es que no esté alegre a estas alturas, sólo demuestro mi contagiosa alegria de una manera menos convencional. Ya sé que a muchos les gusta leer ñoñerías, pero este no va a ser un post en el que escriba cuanta devoción tengo hacia una persona ni cuanta dedicación deseo, ni siquiera cuanto tiempo deseo pasar con ella, simplemente, escribo un post con la intención de hacer saber a los lectores que es importante este día para mí(las cosas ñoñas me las guardo para decirlas cara a cara).

El caso es que hoy no es un día convencional, a lo mejor para muchos lo es, pero en mi calendario personal es algo bastante especial. Se me hace un tanto difícil pensar que ya es tanto tiempo, no creía que el tiempo corriera de esta manera, incluso parece que quiera obtener un record guinness, pues los meses no han pasado más rápido porque si los días o semanas se perdieran por el camino, se echarían de menos.
Aún así, soy feliz al saber que es tanto tiempo y una fecha simple se transforma en algo más que eso.

Bueno, a todos los que tengáis pareja, que duréis mucho (sin cuernos ni rupturas ni cosas por el estilo de por medio, que lo bonito es aguantarse desde el principio xD) y los que no... 2 cosas:

1)No hay prisa

2)¿A qué esperáis?

Ambas son contradictorias pero están justificadas.

La primera se refiere a las personas que aún siquiera han tenido pareja o llevan una temporada que no encuentran a alguien por el que estar suspirando (no hace falta que suspiren realmente, solo con que se lo pasen bien con un amigo/a ya está, de ahí puede surgir algo)

La segunda es para aquellas personas que no se atreven a dar un paso. Aquellas que saben con certeza que les gusta alguien y no se deciden a hacérselo saber.

Feliz 21 de Abril del 2010 a todos!!

PD: dentro de 2 días Sant Jordi *u*

viernes, 16 de abril de 2010

La soberbia en el arte de cualquier tipo

Si hay algo que no soporto es la soberbia, la arrogancia y la inmodestia. Pero si hay algo que me irrita, realmente es la prepotencia en un artista. Creo que alguien que practica el arte, ya sea mediante la escritura, el teatro, dibujo, pintura, etc. nunca debería tener el ego tan alto como para pensar que cada creación suya es algo digno de un genio. Ni siquiera el autor/inventor de algo innovador, bueno, o sencillamente algo catálogado como obra maestra, debería tener una autoestima alta.

No es que espere que todo creador de ficción, poetas, o simplemente guionistas de teatro/cine sean humildes, pero deberían tener lo que en la tierra se llama Modestia. No todos tenemos esa virtud, por desgracia, pero lo peor no es que un gran artista sea soberbio o no, sino que anteponga sus obras a las de los demás solo por ser creadas por éste. En muchas ocasiones, los que presumen de ser grandes, son realmente pequeños, y la culpa no solo lo tienen ellos por creer que son mejores que el resto, sino que su entorno se pone a su favor, y si no es así, ellos lo ven de este modo.

No apoyo a este tipo de gente, ojalá no tengan nada de éxito. Odio con todas mis fuerzas a la gente que cree que solo por haber nacido el mundo les debe una vida satisfactoria y plena. Yo soy un autor como tantos y creo que la humildad es una parte importante a la hora de crear cualquier obra. Si se da por supuesto que lo que vas a hacer es bueno, entonces no llegas a aprender de los errores, pues ves que todo es perfecto y, la perfección no existe (o al menos eso me han enseñado).

Solo quería desahogarme por conocer gente que tiene mucho menos talento que otros(no voy a nombrar a nadie), y se les da mejores oportunidades por status social y por algo generalmente designado como enchufe en las clases media y baja de la sociedad actual. Estoy disconforme con la manera de premiar a los artistaas, muchos genios mueren de hambre, mientras que otros, se enriquecen por cosas que realmente son vomitibas o no son dignas de llamarse "obra".

Fin de semana

No era otro día, sino Viernes, el día que indicaba que empezaba la semana(al menos en el horario de la diversión). Se levantó de un salto e hizo lo de siempre, aún así, todo era distinto. La atmósfera tenía una densidad distinta o eso le parecía percibir, ya que, se sentía más libiano, más feliz y con más energía. Pasó un día como otro en el transporte público, entre empujones y gente a la que veía día a día que le denominaban amigo, pero él solo clasificaba como compañeros temporales. Al terminar las clases volvió a casa, estaba vacía, como siempre, solo los muebles y sus pertenencias le esperaban entre aquellas paredes, pero no le importaba. Comió en frente de la família más famosa de todo el mundo, pues los vio por la tele. Acabó y recogió el plato y cuantos utensilios hubiese precisado para trozear la comida. Se dirigió a la habitación y encendió el ordenador. Entonces se comunicó con sus amigos y pasó un fin de semana fuera de casa.

Pd: uuuf tooy cojo todavía
PD2: no tenía muchas más ganas de continuar, es que, tengo otras cosas en la cabeza por escribir y ahora escribir cosas que no tengan relación...cuesta

martes, 13 de abril de 2010

Con ganas de terminar

De nuevo vuelvo a estar por aquí, dando la lata xD.

Hoy no voy a ir a clase y todo por un dolor de pierna, aparte de que me he levantado tarde para la clase que me interesaba hoy. El caso es que me paso por el blog ya que no tengo nada que hacer (mentira tengo que hacer cosas) y de paso no abandono el blog. Ya queda poco para Sant Jordi y tengo ganas de que se termine de una vez el curso. Sé que para eso aún queda más tiempo, pero da igual. Acabar debe ser genial. Vale que trabajaré en verano, pero al menos las tardes y los fines de semana se jugará a rol, se podrá quedar uno hasta tarde en cualquier sitio sin tener que pensar en levantarse temprano (al menos los fines de semana, espero) y se obtendrá dinero para sacarme el carné en septiembre. Además, si todo va bien, para Junio podría tener dinero para ir a Valencia y estaríamos aunque fuera un fin de semana Nacora y yo en casa de unos amigos, aunque hay que hablarlo y mirar precios y blablabla. Otra cosa que estaría para Junio, sería uno de los libros en los que trabajo. Balsira estará lista para esas fechas y ShDk pues irá más poco a poco debido a la pérdida de datos que tuve, pero al menos un capítulo o dos, estarán ya para que los tengan los lectores interesados. No sé qué más decir, sólo se me ocurre decir que me voy a pasar el día currando (como si me pagaran por escribir). Bueno, esperono haber rayado demasiado.

viernes, 9 de abril de 2010

Días en páramos desconocidos

Contaré resumidamente que pasó en semana santa ^^

Llegamos tras una intrincada nueva manera de llegar al primer destino, una estación de tren tan grande como una catedral-almenos por la parte que no está dedicada a los raíles-. Al llegar debíamos encontrarnos con unas compañeras que, por lo visto, estaban ahí desde hacía una hora aproximadamente. Por desgracia perdimos a una de las nuestras (al principio éramos 2 chicas y yo) y el ambiente se crispó. Topamos con las nuevas acompañantes en nuestra búsqueda, y tras un largo rato, logramos saber la posición de nuestra desaparecida. Fuimos al lugar indicado y, una vez todos reunidos, nos dirijimos a la taquilla en la que vendían nuestros billetes, pagamos el abono y nos encaminamos al andén que nos marcaba en el papelito. Subimos al tren tras unos minutos de espera y reposamos, por fin en asientos cómodos. Era una hora cercana al mediodía, así que nadie se echó a dormir. Algunas comentaban, otras leían y yo, simplemente me dediqué a entrenar a mis Pokémon. Pasaron unas 2 horas y llegamos por fin a nuestro destino, un paraje perdido en medio de la nada, con playas tan extensas como el propio pueblo. No era sino, un lugar para pasar las vacaciones. Nuestra llegada aún estaba lejos de ser un éxito, pues nos quedaba una larga caminata hasta llegar al lugar en el que íbamos a hacer vida. Entretanto, íbamos hablando de tonterías, cosas sin sentido, reíamos, decíamos tonterías, inventábamos un plan para esa misma tarde, etc. el caso es que no nos aburríamos. No podría decir cuánto tiempo estuvimos charlando, pero se me hizo un tanto larga la caminata desde la estación. Al final llegamos al apartamento en el que íbamos a residir durante unos días (en principio 2).

La chica que nos prestaba tales servicios nos enseñó cada lugar del espacioso piso. Dejamos las maletas en la habitación asignada y nos dispusimos a comer. Mientras se hacía la comida, veíamos la tele. Una vez servida la comida, nos sentamos en la mesa y entre comentarios y risas engullimos platos llenos de pasta. Como buenos compañeros de piso, decidimos poner turnos para la limpieza de vajilla, ducha y demás. Ese día me tocaba a mí la comida, así que estuve un rato aislado del grupo junto con una de las chicas. Más tarde, entre que las otras se entretenían con la televisión, jugué al ajedrez con mi compañera de limpieza. Tras dos partidas seguidas, vinieron unos amigos de la chica que nos cedía la casa. Un chico corpulento y su hermana, una chica que, aún siendo unos años más joven que el resto del grupo, no desentonaba. Al cabo de un rato, nos cansamos de estar allí encerrados y decidimos ir a dar un paseo por el pueblo (el cual estaba tan lejos como la estación). Bordeamos la costa hasta llegar a la aldea. Las casas parecían creadas en el siglo pasado y el aroma del mar se filtraba en el aire, parecía un lugar típico de verano a pesar de estar a finales de Marzo. Deambulamos por las calles sin destino hasta que una heladería se cruzó en nuestro camino. Entramos todos a pedir nuestra crema helada preferida o, si más no, la que nos apetecía en ese momento. Volvimos al paseo marítimo, para sentarnos y descansar un poco. Las risas seguían marcadas en nuestras conversaciones, aunque de vez en cuando tratábamos temas serios.
Deshicimos el camino con lentitud, sin mucha prisa, pues no teníamos por qué preocuparnos. Antes de llegar de nuevo al apartamento, las nuevas incorporaciones se despidieron para cenar con su família, aunque más tarde aparecieron en el apartamento en el que me hospedaba. Aquella noche jugamos a cualquier cosa, la chica más joven se aburría y yo de vez en cuando hacía de DM.

Al día siguiente, nos despertamos temprano, sobre las 9 (es temprano si te acuestas a las 3 o las 4). No sabíamos qué hacer, pero perdimos la mañana vagueando. Compramos un pollo a l'ast debido a nuestra pereza por hacer algo de comer. Más tarde tuve que salir para comprar algo de bebida, pues íbamos a tener una fiesta esa misma noche. el pollo resultó ser más pequeño de lo esperado y tuvimos que freír patatas y algunos huevos para no quedarnos con hambre. Tras ésto, volvieron la chica y su hermano. No recuerdo bien qué hicimos aquella tarde, pero no salimos de aquellas paredes. Estuvimos tocando la guitarra los dos únicos chicos que habían hasta que se fue a tomar la cena a su casa, de nuevo con la família. Esa noche recuerdo que ni yo ni nadie de mis compañeras de piso, cenamos mucho. Algo de melón y algunos frankfurt.

Volvieron los hermanos a la casa y sacamos las botellas de alcohol que habíamos ido a comprar mi novia y yo. Entonces, pusimos unos cuantos vasos de chupito en círculo y nos pusimos tras éstos. Comenzamos a hacer preguntas y, viendo que así, era un poco aburrido, trajeron vasos grandes, en los cuales se mezcló la bebida alcohólica con Coca-Cola. Entonces hicimos unas cuantas rondas, hasta llegar a estar borrachos, entonces ya dejammos de jugar. A algunos nos sentó peor, pues entre la cena más bien escasa de nutrientes, y la bebida masiva, el estómago se rindió. No fue de los mejores momentos de la vida de un humano, pero recuerdo que aún habiendo bebido demasiado, seguir bebiendo cualquier cosa, fuera cerveza o la bebida que antes se había mezclado, pero esta vez a morro de la botella, y unos tragos algo largos, como para acabar con media botella. La noche para mí se acabó cuando tuve que dirijirme al lavabo a expulsar tanta cosa. Lo peor es que no salía nada, solo bilis y la cabeza me daba tantas vueltas como una noria. Me desperté a la madrugada y expulsé alguna sustancia en el suelo, aunque tuve que correr para no ensuciar la alfombra.

Al día siguiente, es decir, el supuesto último día, debíamos irnos a mediodía, pero tras unas llamadas, pudimos convencer a los tutores para quedarnos un día más.Esa tarde, jugamos a Dungeons and Dragons. Por la tarde empecé a preparar la partida y entre tonterías, personajes un tanto peculiares y cosas un tanto extravagantes, Pasaron 5 horas sin darnos cuenta. El día siguiente era ya el último y teníamos que recoger, cosa que nos apenaba. Así que para no perder tiempo, propusimos jugar por la noche de nuevo. El problema recaía en que no sabíamos si era posible que los hermanos pudieran asistir al evento, pero tras volver de la cena, nos sorprendieron con un decisivo sí por parte de sus padres. Así que jugamos de nuevo y pasamos toda la noche en vela. Dejamos de jugar a una hora tardía por simple cansancio y encendimos la tele. Sabíamos de sobra que no echaban nada bueno, así que fuimos directamente a los canales en los que daban porno. Nos reímos con los desperfectos de los vídeos y lo tonta que llega a ser la gente al enviar según que mensajes a los chats en directo y unas cuantas cosas más que serían muy largas de explicar, como que grabamos videos extraños.

Llegaron las 7 de la mañana y empezamos nuestra carrera por desalojar el lugar, cerrar la bolsa de basura, barrer, meter todo en las maletas, etc. Al haber acabado, nos despedimos de las últimas incorporaciones, pues ellos se quedaban allí un día más. Volvimos arrastrándonos hasta la estación. Sacamos el billete en una máquina expendedora de billetes y esperamos con ansia el tren. Llegó a los diez minutos. Una vez sentados en unos asientos bastante cómodos, todas cayeron en un profundo sueño. Decidí mantenerme despierto con cualquier cosa, pues no quería pasarme el día dentro de aquel cacharro por culpa de habernos pasado de parada. Allí despedimos a las chicas que encontramos en esa misma estación unos días antes y los 3 que éramos al principio del viaje, volvíamos a estar en el intrincado laberinto hacia casa. Cojimos el metro hasta llegar a una parada que enlazaba con el tren que nos llevaría a casa y nos despedimos de nuestra última compañera. Mi enamorada y yo esperamos al autobús que nos llevaría de vuelta a su hogar. Mi viaje no terminaba ahí, yo debía levantarme tanto como ella, al día siguiente a las 5.30 AM para ir a trabajar. Pero eso es otra historia.

martes, 6 de abril de 2010

Vuelta a la rutina después de una satisfactoria semana santa

Vuelvo a estar vivo, quiero decir, he resucitado. No es lo mejor, estar de vacaciones en el paraíso es genial, volver a la vida mortal es un rollo. La rutina es un tanto esclavista, pero ¿para qué os voy a engañar? A mí me gusta. Sé que las vacaciones están para pasarlo bien, pero, si el resto del año fuera igual, no se disfrutaría tanto de esos pequeños momentos. El caso es que estaríamos tan acostumbrados a la rutina de no hacer nada que luego nuestra vida se basaría en no hacer nada. El mantenerse ocupado es bueno, a veces un tanto estresante, pero de esta manera podemos tener en verano momentos inolvidables debido a que el ser libre nos hace felices.

Pensad que si no hubiera opresión, no habría libertad, y por lo tanto, tampoco momentos felices. Pensadlo solo un instante, ¿si fueramos libres ansiaríamos la libertad? ¿Seríamos realmente felices? Mi respuesta es: NO. Creo que si fueramos totalmente libres no ansiaríamos volar como los pájaros, nos daría totalmente igual. Así de libres son todos los animales, solo deben preocuparse de comer, beber, dormir, no ser cazados... Una vida bastante sencilla, sí, pero no plena de satisfacciones. El ser humano es capaz de producir por sí mismo. Eso nos diferencia aparte de otra cualidades, del resto. Creo que si no utilizaramos nuestra capacidad, no nos distinguiríamos, tendríamos una vida sencilla, sí, pero no satisfactoria. Es mucho mejor tener alguna ocupación y luego tener diversión en diversas ocasiones. Así que, la vuelta a la rutina solo quiere decir una cosa:

BIENVENIDOS AL SIGUIENTE TRAMO HACIA LA SATISFACCIÓN PERSONAL.

El tramo será difícil, fácil, angosto, llano, todo depende de como esté la situación personal, pero claro está que al final de éste, todos nos reuniremos y gozaremos de unas vacaciones de verano. Ánimo a todos los lectores, pues este curso está llegando a su fin. Y hoy ha empezado el principio de este final.

lunes, 29 de marzo de 2010

Semana Santa

Bueno, esta semana santa me voy con Nacora y unas amigas a Cambrils, a celebrar el cumple de una de éstas. Con esto quiero decir que no voy a estar mucho por aquí, que voy a tener abandonado esto hasta que vuelva. Espero que lo paséis bien, pues yo pienso pasarlo genial.

Bueo, qué más decir, ah, sí! Mis historias van avanzando conforme a lo que se va esperando. Aunque creo que estos dos meses de clase que me tocan van a ser más difíciles y voy a tener menos tiempo. Aún así, las ganas de escribir nunca morirán y siempre que pueda, me pasaré por aquí para dar señales de vida.

viernes, 26 de marzo de 2010

Algo escrito para los impacientes

Como he dicho antes, he estado escribiendo y aquí os dejo una muestra. No será mucho, pues me tengo que ir en breve, pero mejor que nada...

lo llamo: Descripción atípica del mar al atardecer

El Sol irradiaba las aguas del mar con recelo, estaba furioso al ver que éste amaba mucho más a la Luna. El océano, como respuesta solo pudo chocar contra las rocas que miraban desde la orilla la triste postal que se estampaba frente a ellas:

Un barco navegaba en la lejanía, cortando el líquido sobre el que se deslizaba. Más próxima a la costa, una claraboya intentaba descansar, probaba de reclinarse cada vez más, aunque seguía manteniendo su verticalidad a pesar de intentarlo. En la orilla, dos mujeres huían del agua que se acercaba, dejando el rastro de sus pisadas. Junto al faro, se divisaban algunos pájaros costeros, allí donde las olas se reunían a la hora de cenar; cerca del lugar en el que un niño volaba una cometa en la playa. Bajo la sombra de la cometa, un vendedor de un chiringuito bajaba la persiana tras haber vendido un último helado a una chica pelirroja. Al límite de la arena, un grupo considerable de jóvenes luchaba contra el agua que salía a presión de las duchas. Próximos a éstos, en el paseo marítimo, una pareja de ancianos paseaba de la mano, contemplando, enternecidos, el atardecer. Tras ellos, un perro corría tras una pelota al ver que su amo la lanzaba unos metros más adelante. Entretanto la brisa jugaba al escondite con los árboles y el tiempo aparentaba caminar a pasos pequeños.

an original idea created and written by: Stev Molain(me)

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PD: Cómo habréis visto ha sido corto, tengo que irme, así que sin más dilación...

Motivos

Buenos días, o buenas noches, depende de en qué parte de la esfera se esté y de la franja horaria que se lea esto. No tengo mucho que contar, solo que soy feliz por diversos motivos. El primero, pero no por esto el más importante, es que he escrito algo que me convence sobre los dioses de mi historia fantástica. El segundo, es que ya empieza semana santa y las vacaciones siempre van bien, más aún cuando viene a dormir a casa la persona con la que tienes una relación especial. El tercero, es que llevo días en los que la inspiración no me abandona y creo que es un buen motivo para estar contento, siendo escritor, le debo mucho a esa pequeña(en mi caso llamada Chloe).El cuarto es que son las 8 de la mañana y me siento con ganas de subir cosas al blog xD.

Bueno, supongo que todo tiene su lado bueno y su lado malo. El lado malo de estas vacaciones es que justo después tengo un sinfín de exámenes parciales. Espero no fallecer en medio de uno de éstos xDD En cuánto a lo de estudiar... no me preocupo, tres días antes del examen a repasar como locos, pero el estrés va bien, no para la salud, pero irá bien para algo, para tener ganas de desestresarse con ejercicio físico con matiz mecánico, por ejemplo. Todo el mundo lo recomienda, y es placentero, además, se queman calorías, es el mejor invento que se ha creado nunca.