Dientecillos

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jueves, 25 de febrero de 2010

Sobre mi seudónimo...

Bueno, sé que llevo tiempo diciendo que quiero cambiarme el pseudo nombre y bueno, dándole vueltas, he pensado que lo mejor es modificar el nombre real tal y como hacen muchos otros autores (famosos o no).

La verdad es que nunca me había propuesto hacer esto con mi nombre, pues bien es sabido que no le tengo mucho aprecio, debido a que no me parece bonito y tal (me refiero al nombre completo, apellido incluidos), pero me he dado cuenta de que también es saber mirarlo y tampoco es que sea tan feo, hay de peores.

Así que me he dedicado a hacer combinaciones con mi nombre y mis apellidos (más que nada el paterno, porque las combinaciones que salen con el materno son nefastas) y bueno... el resultado de momento es:

Stev Monai©

no sé si lo dejaré así, si lo cambiaré o vete tú a saber qué, pero de momento es lo que tengo. El caso es abandonar el actual por uno más convincente y menos lioso (y claro está, más corto).

Ajetreo en mitad de la noche

Encendió una cerilla de entre tantas de la caja de cartón que sostenía entre los dedos y la frotó contra ésta. Por un instante la luz hizo visible una sombra reflejada en el vidrio de una puerta, en la lejanía. Se acercó de puntillas, intentando no espantar fuera lo que fuese aquello que había irrumpido en su casa. El fósforo se apagó y se escucharon maldiciones entre susurros provenientes de un lugar intermedio del corredor.

De nuevo se tornó todo oscuro, taciturno, opaco. La negrura de la noche lo había invadido todo e intensificaba el miedo del pobre e indefenso niño que buscaba otro palillo que prender. Se le cayó la cajita al suelo, desperdigando todo el contenido por el estrecho canal en el que se encontraba. La abandonó allí donde fuera que estuviese, el terror a encontrarse algo que no fuera lo que se le había caído -una serpiente de tres cabezas por ejemplo-, le impidió agacharse a recogerla.

Tras pensarlo detenidamente, decidió seguir avanzando por aquel túnel sombrío, midiendo cada paso y volviendo la cabeza hacia atrás de cuando en cuando por si algo le intentaba sorprender. Al llegar al final del pasillo abrió la puerta con precaución, asomó la cabeza con desconfianza y avistó un animal tendido frente a la chimenea. Se acercó para examinar más de cerca la escena y asegurarse de que su miedo era infundado, aunque seguía volviendo la cabeza por si acaso.

Llegó a su destino tras una larga inspección de la sala -en la que rebuscó debajo de la alfombra, bajo los cojines del sofá y detrás del piano entre otros lugares-. Rodeó al pequeño cuadrúpedo y lo acarició con ternura. Todo el pánico que había podido sentir era producto de un cachorrito de zorro, un animal poco ofensivo-excepto para los corrales de la zona-.


To be continued...

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sábado, 20 de febrero de 2010

La vigilia del duque

Este es un texto que presenté a un concurso, pero no resultó premiado. Me gustó el resultado, pero a pesar de ello no lo eligieron. Al menos me queda el sabor de la victoria propia, ya que, creo que plasmar en tan poco espacio personajes con volumen (es dcir, personajes no planos) es un tanto difícil. Bueno, espero que guste.

La vigilia del duque

Bien entrada la noche, refugiado en el calor de la chimenea, leía un libro tan antiguo como el arte de escribir. Acomodado en una mecedora recubierta con un tapiz rojo, en el que había bordados unos rombos naranjas, se sumergía entre aquellas páginas amarillentas, ajadas por el uso y desgastadas por el tiempo. A sus pies, descansaba un enorme gato azul ruso, el cual se enroscaba sobre sí mismo, con la cabeza apoyada sobre los John Lobb de su amo. El crepitar de las brasas, cuyas llamas se reflejaban en la copa de whisky añejo asentada en la mesa que se elevaba frente al ávido lector, rompía el silencio que reinaba en la sala. El destilado humedecía el cristal de bohemia y plasmaba el caos que se imponía en aquella estancia. Millares de libros vetustos cubrían la moqueta escarlata, que elegantemente ocultaba el suelo, creando una cordillera literaria. Aquel paisaje abrupto, escarpado, formado con literatura, se presentaba en el lado opuesto de la lumbre, alejado del peligroso fuego, resguardado del calor y aislado del tomo que el aristócrata, acomodado en la mecedora, ojeaba con interés. Aquel ejemplar trataba sobre maleficios y el modo de revertir los efectos de algunos de éstos, tal y como lo hacían todos los demás. Llevaba días buscando una respuesta que le satisficiera, aquella que resolviera el problema que concernía a su esposa. La solución debía yacer entre las líneas de aquel volumen, ya que, de entre todos los que existían en el reino, ese era el único que aún no había analizado. Terminó de leer la página y se acercó la copa a los labios, echó un buen trago y se quedó pensativo, con la mirada perdida en las llamas que lentamente consumían la leña. Lanzó lo que restaba de alcohol a las brasas y se levantó del asiento, apartando al felino con delicadeza. Se arrodilló ante aquel ovillo de pelo azul grisáceo y, con mucho pesar, le dijo que no podía hacer nada y, que prefería vivir con su mujer convertida en gato a aceptar su muerte tal y como hacía el pueblo.

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jueves, 18 de febrero de 2010

Funeral

El pajarillo cantaba alegremente sobre la rama de aquel ciprés, animando el duelo que sobrecogía a Adsar. Su madre, dolorida como la que más -pues acababa de perder al hombre con el que había compartido una vida-, le hacía compañía -aunque a éste le molestaba ver a su madre tan destrozada-. El silencio se apoderó del lugar cuando un gato asustó al alegre avecilla, haciendo que ésta, dejara un rastro de plumas rojas. El viento silvaba con desgana y avanzaba de puntillas, agarró las plumas con un remolino y se acercó al joven que miraba con tristeza la tumba de su progenitor. Adsar se despeinó -cosa difícil para alguien que tiene el pelo tan corto como un campo de césped al cual se le han arrancado las malas hierbas-, resopló y con un gesto marcado por el cansancio hizo saber -a la mujer que lloraba desconsolada, a su lado- que era la hora de marcharse de allí. La señora dejó que el muchacho se adelantara hacia la salida, de esta manera pudo estar en la intimidad con su marido. bajo el cielo grisáceo que cubría la cúpula del mundo -como la primera vez que ambos hablaron a solas-. Se acercó a la lápida y, entre lágrimas, dijo unas palabras.

PD: Adsar también pertenece al mundo de Balsira (y su madre por lo tanto también xD)

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La huída de Lucian

La luz de las antorchas empezó a titilar, entre tanto, combatía contra la ráfaga de aire que se dirigía en la dirección contraria a la que iba Lucian. Éste no advirtió este hecho, pues estaba ocupado en mantener la distancia entre sus perseguidores. Llevaba horas corriendo sin rumbo alguno, pero sabía que si paraba a descansar, aquellos de los que huía con tanto esmero le arrancarían la piel a tiras y lo destriparían mientras aún viviera -para hacerle sufrir por sus pecados-.

Volvió la vista atrás un instante y se percató de que no valía la pena seguir huyendo, los había perdido de vista, se sintió satisfecho y a la vez desconcertado.

- ¿Qué...? No sé salir de este lugar, ¡es un maldito laberinto!- se dijo para sí mismo.

Segundos más tarde escuchó unos pasos y un murmurar que provenía de la habitación que estaba justo delante suyo.

- ¡Mierda!- blasfemó con voz apagada mientras buscaba un lugar en el que esconderse.

PD: Lucian también pertenece al mundo de Balsira

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martes, 16 de febrero de 2010

El burro y su jinete

Entre los matojos oscuros de la parte trasera de la casa del regidor de aquella humilde localidad, yacía un asno con las crines de un color grisáceo, casi blanquecino, una silla de montar -algo desgastada por el uso-, y los herrajes enmohecidos. Nadie sabía como había llegado allí, hacía varios días que nadie se acercaba a aquel pueblo perdido en medio de las arenas blancas. El burro estornudó entre un rebuzno y zarandeó la cabeza hacia los lados. Minutos más tarde, se levantó y, el vallado del patio trasero, recibió una coz por parte de la bestia. En ese instante un hombre blasfemó tras el rucio con montura, sacudió la gabardina de cuero que vestía vulgarmente y golpeó con dureza el lomo del animal, con la mano desnuda.

Era el amo de aquel asno, y también un viajero. Ambos habían llegado ese mismo día, no sabían bien bien como acabaron allí, pero algo les decía que no había sido juego limpio. Probablemente algún dios podría haberlos transportado a su voluntad. La verdad es que no se encontraban en una situación cómoda, al menos la última idea que le vino a la cabeza fue la de un dragón de mediana edad despeinándolo con su aliento -tan fresco como una roca en el centro de un volcán activo-.

PD: estos dos "personajes" son de Balsira

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lunes, 15 de febrero de 2010

Verano enternecedor

Corrían tiempos extraños. Sí, sí, el tiempo se esparcía como una chiquilla en primavera, correteando por las bastas praderas de Suiza, bajo el Sol abrasador. Ellos eran dos personitas atraídas por el sentimiento de la amistad. Dejaron que aquel sentimiento acabase transformándose en algo más serio y más animal. Poco tardaron en dejar de diferenciarse con el resto de seres vivos y malgastar esfuerzo en un acto que más bien carecia de sentido. Todo cambia de significado si a este hecho sec le quita la esencia, se le roba la finalidad y se sustituye por simple gozo. Así pasaron el verano, dejándose llevar por el sentimiento que surgía cuando se encontraban y descubrían partes ocultas de su compañero. Las hormonas cabriolaban felices en aquella festividad y se restregaban unas contra otras, contagiándose con el virus del erotismo. Tanto el chico como la chica, sentían celos de éstas y jugaban entre ellos tanto como podían. Pero un día la muchacha empezó a dejar fluir un líquido escarlata y mil agujas se le clavaron en el estómago, atravesándola de lado a lado. A raíz de ahí, sus juergas se apaciguaron. Pero tras una semana de reposo, todo volvió a la normalidad. Para ellos fue el mejor verano de sus vidas.


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miércoles, 10 de febrero de 2010

Pérdida

Sé que no sois muchos los lectores y que posiblemente casi nadie lea esto, pero solo busco desahogarme, así que no importa.

Ayer me disponía a escribir (sobre las 11 y media o así) y dije: mierda! esto tengo que mirarlo en los apuntes porqué así me sentiré más seguro y sé que no la cago.

Total, que empiezo a buscar el pendrive y no está, busco por todas partes y sigue sin aparecer-incluso encontré pendrives que llevo eones sin utilizar-. El caso es que caí en la cuenta de que podía estar en casa de mi madre. Como iba a ir al día siguiente -es decir, hoy- a visitar a la mujer que me dio a luz pues aproveché para mirar lo de la "pérdida" de mi queridísimo pendrive, pero no ha habido suerte, allí tampoco estaba. Hablando por msn he caído en la cuenta de que podía estar en casa de mi novia, pero ella no lo ha visto, así que... espero que vuelvas pronto pendrive mío porqué te necesito.

Y sí, lo necesito porque esta semana iba a hacer entrega del primer capítulo (60 páginas) de Shapeless Dark© (la novela, por llamarlo de alguna forma) y ahora no puedo continuar porque no puedo mirar los apuntes- sí, vale, tengo apuntes a mano, pero los había pasado a ordenador- y me ha jodido mucho lo del pendrive, así que, si queréis leer Shapeless Dark© tendréis que esperar un tiempo (a no ser que encuentre mi pen) ya que no me encuentro con ánimos de continuar.