Dientecillos

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martes, 6 de julio de 2010

Se acabó

Por fin termina la temporada de exámenes y con ella el curso. Debo decir que este semestre ha sido super estresante y que he muerto varias veces, pero como por lo visto soy inmorible(que no inmortal), sigo con vida. Ahora toca "disfrutar" de un verano caluroso y de las vacaciones a poder ser. No tengo mucho más que decir así que... hasta la próxima.

viernes, 2 de julio de 2010

Junio, el mes que desequilibra el año

Junio me ha hecho olvidar el blog. Motivos varios, exámenes y demás cosas han hecho de Junio un mes un poco insoportable, pero a la vez un tanto llevadero. Sin ocupaciones habría pasado más lento y prefiero que el tiempo corra a la misma velocidad siempre a poder ser. Ahora ya empieza el verano para mí (aún no he terminado exámenes, esto es horrible) y como este año se ha portado bien conmigo en casi todos los sentidos, creo que será un verano que recordar. Espero jugar a rol con mucha más frecuencia, pasar tardes haciendo el gilipollas o simplemente perdiendo el tiempo con alguna ocupación no demasiado laboriosa (como por ejemplo tocar el bajo o jugar a la consola). En lo referente al trabajo, espero que me cojan ya en algún lugar, esto no puede ser. Bueno, no mucho más qué decir. Este finde toca ver a gente que hace tiempo que no veo, a ver a quien veo y a quien no, aunque está claro que veré a mi mejor amigo y eso ya me alegra, hace un año que se fue a vivir al culo del mundo(en el que el pobre está incomunicado casi por completo y solo conoce una chica y es lesbiana) así que cada momento que pueda pasar con él lo debo aprovechar.

La caja de música

Se sentó junto a la mesa, en el sillón de terciopelo que siempre había ocupado su padre en las tardes de verano. Abrió la caja de música con delicadeza y ésta produjo un leve sonido, intentando imitar alguna canción aprendida en algún momento de su larga vida como objeto de decoración. La cerró y la tapa expulsó una capa de polvo del interior, simulando un estornudo. Llevaba tanto tiempo sin contactar con humanos que llegó a volverse alérgica a las caricias que le producían unos suaves dedos al abrirla. La chica la miró de refilón, pensativa y la volteó en busca de una manecilla que le sirviera para hacer sonar la música. La caja vomitó todo lo que guardaba en su interior, desechándolo todo en el parquet con brusquedad. Entre los desperdicios había una carta llena de dobleces, arrugada como un trapo sucio, desgastada como un juguete antiguo, ajada de haber sido releida en reiteradas ocasiones y maltratada como algo odiado desde lo más profundo de un corazón rencoroso. La joven escudriñó entre los pliegues de la falda por si algo hubiera caído por allí. No encontró más que un par de agujas de reloj que, cuidadosamente arrancó de la tela. Las aposentó encima de la mesa y se dispuso a recoger el estropicio que había creado.

Tras recogerlo todo, y tras pelearse con el papel, leyó la carta. Era de su padre. Unas lágrimas recorrieron su rostro, desesperadas por llegar a sus labios.

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