Dientecillos

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viernes, 19 de marzo de 2010

Hikikomori

Llevaba días sin dormir. Los ojos cada vez se le acostumbraban más a la penumbra y la presencia de la luz se le hacía molesta. No sabía el porqué, pero algo en su interior le decía que estaba triste, o que almenos debería estarlo. No tenía razones para llegar a pensar aquello, pero la verdad es que había una parte de él, que le inducía a pensar que la felicidad había acabado la relación de amistad que le unía a él. Todo indicaba que ni el día más soleado podría alegrar al muchacho.

Perdida la esperanza, decidió buscar alguna meta que proponerse, pero sabía que al final todo serían sueños imposibles, desbancados por millones de objeciones propuestas en el último instante. Sabía con certeza que no era capaz de salir de aquel lugar al que denominaba habitación. A veces se sentía solo, incluso hubo momentos en los que llegó a sentir la necesidad de salir de allí, pero cuando estaba frente a la puerta, un escalofrío le recorría la espalda. Aquella sensación incómoda traía consigo un sinfín de pensamientos negativos, los cuales le hacían retroceder al rincón más lejano a aquella salida, de nuevo.

No entendía el porqué de aquella reacción, pues su intención era afrontar aquel miedo, pero en cuanto más creía estar preparado, más se autoengañaba. Así pasaban los días, las semanas, los meses, y nada podía detener su inminente aislamiento. El problema se fue agravando, pues la relación interpersonal fue disminuyendo hasta llegar a la inexistencia. La única vía que tenía para comunicarse con alguien del exterior era internet. Aún así, evitaba las conversaciones en chats y derivados, pues llegó un momento en que le incomodaban. El único medio de comunicación que aceptaba, era el mail. No era una conversación propiamente dicha, y si le preguntaban por su estado, solo eliminaba el mail o lo guardaba en la bandeja de entrada, sin enviar respuesta alguna.

Llegó un momento en el que pensó que no merecía la pena vivir, que nadie podría entender su sufrimiento y que, por mucho que intentara salir de allí, no lo conseguiría. Una mañana de tantas, se levantó decidido a salir, costara lo que costara, con la intención de mostrarse ante la muerte, fuera de aquellas paredes ya cansadas de resguardar su sufrimiento. El pomo de la puerta se rompió, confinándole una vez más a su dormitorio. Estaba condenado para siempre, y lo peor es que no podía evitarlo.

an original idea created and written by: Stev Molain(me)

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2 comentarios:

  1. ;O; joeeer que depresivo!
    Pero como esta bien redactado, te perdono.

    Eso sí, el final se lo merece, por tener instintos suicidas ¬¬ Ala! A joderse, encerrado para siempre. HN!

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  2. Es un poco... mmm... depre.
    Yo no podría ser una hikikomori, nose, a veces me encierro en mi mundo pero de ahí a aislarse por completo, ya me paso una vez y no es demasiado agradable.

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