Dientecillos

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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Celoso cónyuge

Ione se sonrojó cuando Louie afirmó que era una de las mujeres más bellas que había visto jamás. Helga no le dio importancia al comentario, pues su matrimonio no estaba en auge. Sentir celos habría demostrado que aún no quería separarse de su esposo, sin embargo, Kearney vio aquello como una amenaza. Claudine y Bernice se escondían tras las faldas de sus respectivas madres, tímidas. Helga empujó hacia adelante a Bernice e Ione hizo lo propio con Claudine. Estuvieron unos segundos en silencio, mirándose como si no hubieran visto una niña de su misma edad jamás hasta que Ione las presentó y las invitó a columpiarse juntas en el patio trasero de su casa. Ambas corrieron impacientes hacia allí de inmediato, dejando a solas a los cuatro adultos.

-Es una pena que Darlene no haya podido venir-comentó Ione mientras veía como las niñas desaparecían al final del pasillo.
-Bueno, ya sabes. Le encanta esquiar, y Bernice no puede ir por culpa del vértigo-dijo Helga.
-¿Os apetece un café?-invitó gentilmente Kearney-Tengo una gran colección de cafés internacionales. Café de brasil, italiano...

Kearney dejó de hablar cuando vio que Louie seguía con la mirada fija en Ione. Dejó estar la estantería de las urnas de café y se dirigió al lugar en el que se encontraban los demás.

-Tenéis una casa muy bonita y bien decorada, Ione-comentó Louie.
-Muchas gracias-agradeció la dueña de la casa.
-Ione, creo que tu marido decía algo sobre tomar café. Por favor, a mí un espresso.
-Cierto. Cariño, voy al lavabo y de paso aprovecharé para mirar cómo están las niñas. Mientras tanto, ve preparando el café.

Ione se perdió tras llegar al fondo del pasillo y Louie la resiguió con la mirada mientras se alejaba. En cambio, Helga mostró un interés inusual por la cafetera de Kearney. Ella llenó el recipiente con agua de una botella que yacía en la encimera y él asentó el café molido en la cafetera y la cerró. Encendió el fuego y puso a hervir la cafetera.

-Bueno, será mejor que os sentéis. Ya os traigo yo el café.

Los llevó a la mesa y los dejó a solas un rato lo suficientemente largo para que ambos se sintieran incómodos. Kearney hablaba desde la cocina, pero no le prestaban atención. Apareció de nuevo Ione en el comedor y se dirigió a la cocina sin mostrar interés por los invitados. Besó apasionadamente a Kearney, quien no se esperaba aquella muestra de afecto en ese momento.

Una vez ya estaba el café preparado, ambos llevaron las tazas a la mesa. Allí hablaron de cosas tan aburridas como política e hipotecas hasta que se hizo tarde. Entonces fueron a por las niñas y despidieron a sus invitados. Kearney aún seguía molesto por los comentarios y las miradas que dedicaba Louie hacia su mujer, así que se lo hizo saber a Ione. Ésta sólo pudo reir por el comentario.

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1 comentario:

  1. Aw, como se conocieron Bernice y Claudine, que monosas.

    >_> Y entre Louie y su gilipollez...ain, las mujeres de esta saga tienen para estar rencorosas eternamente!Aunque aquí no pasa nada chungo, pero es que ya le tengo cogido asco xD
    Al final acabaran todas con una misandria de tres pares de cojones.

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