Dientecillos

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viernes, 2 de julio de 2010

La caja de música

Se sentó junto a la mesa, en el sillón de terciopelo que siempre había ocupado su padre en las tardes de verano. Abrió la caja de música con delicadeza y ésta produjo un leve sonido, intentando imitar alguna canción aprendida en algún momento de su larga vida como objeto de decoración. La cerró y la tapa expulsó una capa de polvo del interior, simulando un estornudo. Llevaba tanto tiempo sin contactar con humanos que llegó a volverse alérgica a las caricias que le producían unos suaves dedos al abrirla. La chica la miró de refilón, pensativa y la volteó en busca de una manecilla que le sirviera para hacer sonar la música. La caja vomitó todo lo que guardaba en su interior, desechándolo todo en el parquet con brusquedad. Entre los desperdicios había una carta llena de dobleces, arrugada como un trapo sucio, desgastada como un juguete antiguo, ajada de haber sido releida en reiteradas ocasiones y maltratada como algo odiado desde lo más profundo de un corazón rencoroso. La joven escudriñó entre los pliegues de la falda por si algo hubiera caído por allí. No encontró más que un par de agujas de reloj que, cuidadosamente arrancó de la tela. Las aposentó encima de la mesa y se dispuso a recoger el estropicio que había creado.

Tras recogerlo todo, y tras pelearse con el papel, leyó la carta. Era de su padre. Unas lágrimas recorrieron su rostro, desesperadas por llegar a sus labios.

an original idea created and written by: Stev Molain(me)

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