Dientecillos

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jueves, 20 de mayo de 2010

Placer concedido

Se afeitó mientras canturreaba felizmente. Se vistió apresuradamente adecuado para la ocasión, se roció con un poco de agua de colonia y, salió de casa con una sonrisa esbozada en el rostro. Se reunió con una hermosa señorita, la cual le esperaba ansiosa a la entrada de una sala de cine. Vieron una película mientras se besuqueaban y se daban caricias. Más tarde, justo cuando la proyección terminó, fueron a cenar. No acabaron en el mejor sitio de la ciudad, pero cubría las necesidades. Comieron entre risas e imitaciones de personajes públicos. Mientras tomaban los postres, hablaron de citas de libros conocidos y al salir, ambos iban cogidos de la mano. Subieron a un coche destartalado pero funcional y se dirigieron a la casa de la dama.

Allí, él la acompañó hasta la puerta, donde, tras un poco de charla, se comieron a besos. Los ósculos deshacían sus labios, uniéndolos a ambos por la lengua. Los gestos no perdían protagonismo, pues él le acariciaba el pelo y la abrazaba apasionadamente a la vez que ella le devolvía los abrazos. Traspasaron la barrera que suponía la puerta que daba acceso al interior de la casa gracias a las llaves y, continuaron con su desenfrenada manera de demostrarse cariño. Ella lo fue dirigiendo hacia el sofá y allí volvieron a fundirse sus bocas. La fémina le arrancó la corbata de manera delicada y desabrochó la camisa con deseo. Una vez estuvo él desnudo de cintura para arriba, le bajó los pantalones y los arrugó al pie del sofá en el que se encontraban. El varón recorrió la piel de su compañera con los dedos y se deshizo de sus zapatos. Ambos se miraron un instante, parando la acción. Durante unos instantes, solo se escucharon jadeos minimizados, respiraciones agitadas y corazones palpitando a velocidad desmesurada. Se acercó él a ella, la rodeó con los brazos y la puso encima, cambiando el puesto de manera sutil. Al estar encima, comenzó a mordisquearle el cuello y a recorrer el torso con besos ardientes. Llegó a la zona pélbica y antes de que su compañero pudiera articular palabra, deshizo el camino, rápidamente. Éste quedó boquiabierto, meditó unos segundos y dijo una frase, clara y concisa: -Empuja ese vestido hasta los tobillos, que esta noche voy a hacerte mía.

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miércoles, 19 de mayo de 2010

Lugar encontrado

Miró el pedazo de papel que sostenía entre las manos. Alzó la vista y se encontró con unaa réplica real del dibujo que había inscrito en el mapa. Parecía haber llegado al lugar que había ansiado encontrar durante tanto tiempo. No sabía qué podía esconderse tras las puertas de aquella catedral abandonada, pero lo que era cierto es que no iba a marcharse con las manos vacías. Se acercó al portón e intentó abrir. Todo esfuerzo fue en vano, por mucho que empujara, golpeara y aporreara la entrada, el frío metal del que estaban hechas las puertas no se inmutaba. Apoyó la espalda en la pared, y se sentó en el suelo. Un águila lo miraba desde arriba, con cara de pocos amigos. Se acercó el ave a inspeccionar la zona y de paso arrebatarle la vida a algún ratón cercano. El hombrecillo miró al cielo, desesperado y pidió ayuda a los dioses. Inmediatamente el águila se posó sobre su sombrero. No sabía si era una señal, pero le pidió amablemente que le dejara entrar. Ésta no artículó palabra alguna, aunque se acercó a un ratón que salió de detrás de una estatua no muy pesada. Él se acercó allí y movió tal estatua. Descubrió que se encontraba un agujero lo bastante grande como para poder entrar en el edificio.

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ebrio y adormilado

La cabeza se le hacía añicos con cada sonido. Por mínimo que fuera, el ruido le taladraba la mente. Deseaba mantenerse alejado del mundo y, por eso, no salía de allí. Las paredes le hablaban en voz baja y el miedo le susurraba al oído maneras de acabar con su tortura. Todos los métodos acababan de manera drástica así que decidió mantenerse despierto para asegurarse que no se le arrebataba la vida sin permiso. El sueño intentó atacarle en varias ocasiones, al principio parecía ganar la batalla, pero sus ojos no cedieron. Los párpados cada vez le pesaban más y el cráneo se volvía más pesado, incluso más denso; se dejaba vencer por la gravedad en diversos momentos, pero él no se rendía. Se mantenía entretenido con cualquier cosa, evitando pensar en dormir. Un gas proveniente del estómago se le escapó por entre los dientes, rozándole los labios. Tenía un sabor amargo, tanto como el del licor que había tomado en exceso.

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martes, 11 de mayo de 2010

El tiempo, algo incierto

¿Quién dice que los días no pueden terminar a las 5 de la mañana? La verdad es que un día puede diferir dependiendo de la persona. Alguien puede empezar el día a las 6 de la mañana y otros pueden comenzarlo a las 3 de la tarde. El tiempo es algo desequilibrado, caótico, y por mucho que queramos, no podemos controlarlo. Así que por muchas divisiones que tengamos sobre éste, lo único que podemos hacer es calcularlo, desde un punto de vista humano, es la única manera de conseguir saber cómo pasa delante de nosotros y nos acerca a la muerte. Claro está que si el tiempo lo pudiésemos controlar, el mundo tendría tantos flashbacks que moriríamos en un punto tan cercano a nuestro nacimiento que no valdría la pena vivir. No poder controlar cuanto nos rodea es tan bueno como no poder elegir todas las opciones que debemos tomar. Un día comienza cuando nos levantamos de la cama, desayunamos o no lo hacemos, y perdemos el tiempo haciendo la rutina diaria y termina cuando vamos a dormir. Por lo tanto, un día puede tener máximo 16 horas habitualmente, aunque hay otros que llegan a tener más de 24. Todo depende de lo que aproveches el tiempo o lo malgastes estando despierto o estando dormido.

lunes, 10 de mayo de 2010

Traición sobre perjurio

Emborrachó a cuanto había en la fiesta, dejando al mundo en una posición desprotegida. Sin dioses protectores no habría nadie que le impidiese la destrucción de ciertos lugares. Siguió sirviendo el dulce y espeso brebaje a los invitados, hasta dejarlos en condiciones infrahumanas. Decidió encerrarlos una vez estuvieran dormidos, aunque para ello debería hacer uso de la magia. Una vez adormecidos, se dirigió a las regiones elegidas para acabar con cierta molestia. Pero al llegar se encontró que los guardianes no eran los dioses propiamente dichos, sino sus héroes, los cuales estaban al tanto del complot debido a las traiciones entre los dioses incomformistas. No era él el único que había abjurado en contra de los demás, sino que, se vio envuelto en su propia trampa. No pudo acabar con los héroes, pues aún siendo mortales estaban protegidos por la diosa creadora, la cual no había sido envenenada con la potencialmente alcóholica bebida que había fabricado. Éstos expulsaron al traidor de sus respectivas tierras y lo encerraron en un lugar del que no lograría salir. Una espiral eterna, creada por los emborrachados después de juzgarlo y deportarlo de las tierras etéreas. Allí pasó unos años, jurando y creando nuevas formas de venganza.


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