Dientecillos

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miércoles, 30 de marzo de 2011

Actividad nocturna

Louie entró en el despacho tras la confirmación de su hermano.

-Hombre, si está aquí el pequeño triunfador-lo abrazó y le palmeó la espalda-. Bueno, ¿estás listo para tener una noche de desenfreno? Invito yo.
-Pero tengo esposa-exclamó sorprendido-. Y una hija en camino-añadió tras hacer una pausa.
-Vamos, no pongas excusas. Sólo te pido una noche, como en los viejos tiempos, ¿recuerdas?

Louie se llevó las manos a la cabeza, dubitativo, y agachó la mirada a la vez que resoplaba. Desde el otro lado de la sala el dispensador de agua le devolvió el resoplido con una burbujeante respuesta.

-Supongo que por una vez no pasará nada-aprobó sin mucha convicción.
-¡Ése es el Lou que yo conozco! Tengo una chica reservada especialmente para ti. Espero que os llevéis bien-esbozó una sonrisa y volvió al asiento a recoger el abrigo.

Tomaron un taxi que les llevó a un bloque de pisos de la periferia, justo enfrente de un laboratorio farmacéutico. Las luces de neón a la entrada del edificio anunciaban un local en el interior dedicado a actividades nocturnas. Entraron sin mediar palabra el uno con el otro. Los recibió una señora corpulenta, enfundada en un vestido pequeño para su embergadura, cosa que la hacía parecer fofa debido a su rolliza complexión.

Tras un apretón de manos y la muestra de un fajo de billetes por parte de Morton hacia la rechoncha mujer, se separaron. Cada uno se dirigió a una habitación, guiados por unas señoritas algo ligeras de ropa. Una vez estuvo Louie tras la puerta, se olvidó de su mujer. Hasta entonces el remordimiento le corroía, pero no quería defraudar a su hermano, así que le había seguido el juego. Ahora que estaba frente a una mujer desconocida-dispuesta a satisfacerle-, esos pensamientos se disiparon y no iba a dejar escapar la oportunidad.

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miércoles, 23 de marzo de 2011

Dificultades afectuosas 3

Entonces decidió irse a dormir. Tambaleándose, consiguió llegar al dormitorio tras topar con más de una pared y desplomarse en varias ocasiones debido a los golpes.

En el dormitorio le esperaba una chica encogida de piernas, con el rostro hundido en éstas y el pelo enmarañado.

-Nanette, ¿qué haces aquí?-quiso saber. La muchacha separó el rostro de sus rodillas al oir la pregunta-. Tengo sueño, ¿no puedes esperar a mañana?

-Has estado bebiendo otra vez-contestó bruscamente.

-No he venido aquí a que me sermonees. He venido a dormir. ¿Me vas a decir lo que quieres, o no?-dijo con tono burlesco.

-Aubrey...-tomó aire y calmó la voz antes de decir lo siguiente-. Siento mucho lo de Ewald, pero no puedes seguir así. La vida continúa, y tú debes afrontar la realidad, no evitarla. Por otra parte, te diré a qué he venido. He venido porque no me fio de dormir en mi propio dormitorio. Tengo miedo de Joeri. Aparece aún en mis sueños.

-Joeri te quiere, lo que pasa es que tiene una forma extraña de amar. Lo suyo yo lo consideraría más bien como acoso-afirmó con la cabeza antes de seguir con su charla-. ¿Quién en su sano juicio llama cariño o amor a una chica el mismo día de conocerla o el día siguiente? Joeri puede que no lo haga con mala intención, pero la verdad es que es un tanto rarito, yo me alejaría tanto como me fuera posible.

-Aubrey, siento pedirte esto pero, ¿puedo dormir contigo?

-¿No eres mayorcita para eso?-Nanette la miró con ojos tristes.

-Es que...creo que me espía. Siempre está pendiente de mí y ni siquiera entre estas paredes me siento segura. Esta mañana me estaba esperando en la puerta desde antes de que saliera el sol.

-Haz lo que quieras-replicó-. Pero te lo advierto, no me quites la manta. Mientras yo tenga manta a la que agarrarme podré dormir. Y creo que ya sabes que tengo muy mal despertar, y si además es por el frío... no dudaré en echarte a patadas de la cama.


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Dificultades afectuosas 2

Aubrey suspiró y se acercó a la más pequeña de sus hermanas, la cual estaba absorta y tenía la mirada perdido entre las llamas que prendían la leña.

-Aveline-dijo con un tono suave-. ¿Qué es eso que te preocupa?

Aveline volvió al mundo real y miró a su hermana a la cara, desconcertada.

-Verás, no es que no quiera verle. Tengo muchas ganas, es más, he pensado en hacerle un pastel para su bienvenida, pero...-el silencio cortó la oración de manera silenciosa. Aubrey arropó las manos de Aveline con las suya y la animó a seguir con gesto tranquilizador-. Aubrey, hermana, yo quiero verle y conversar con él de las cosas que hemos hablado por carta y de otras muchas, pasear, mirar las estrellas... pero no lo conozco. Tengo una descripción aproximada por carta, pero nada más-resopló-. No quiero darle una impresión equivocada, y tampoco quiero estropear nuestra relación-hizo una pausa para ver si tenía algo que decir su hermana.

-¿A qué tipo de relación te refieres, Aveline? Es que acaso... ¿es algo más que una amistad?

Aveline se mordió el labio y escondió la mirada bajo la moqueta que recubría el suelo. Aubrey le levantó el rostro con un dedo, empujando la barbilla hacia arriba, y clavó la mirada en los oscuros ojos de su hermana. Aveline se aclaró la garganta con un suave carraspeo y, con voz dulce dijo:

-Hace ya una o dos cartas atrás confesó estar enamorado de mí. Por eso tengo miedo.

-Vaya...así que es eso. Bueno, y tú, ¿qué es lo que sientes por él?

-Nada especial, es que...ni siquiera lo he visto. Me gusta hablar con él, pero nada más. Tampoco me quiero encariñar demasiado, él tiene su vida, yo la mía...No están hechas para cruzarse-continuó tras un largo suspiro-. Yo no quiero abandonar mi vida aquí, y tampoco vería bien que él abandonara la suya allí.

-No sé qué podría decirte. Mi único amora ha sido Ewald, y lo conocí aquí, en la ciudad. Lo más lejos que he estado de él fue cuando se marchó de vacaciones al otro continente durante un año, pero no es lo mismo-unas lágrimas predijeron un sollozo en su rostro, pero lo acalló a tiempo-. Ojalá estuviera aquí conmigo ahora mismo, a veces me siento muy sola sin él. Mira, sólo puedo decirte que si lo que te preocupa es dejarnos, tanto a mí como a tus hermanas, hazle saber que no hay lugar aquí para él. Puede que despierte el sentimiento del amor si se acerca demasiado y eso os perjudicaría, tanto a ti como a él. Deja que venga por esta vez, pero déjale claro que no sería conveniente volveros a ver si no quieres hacerle daño.

Aveline se levantó del asiento y abrazó a Aubrey, rodeándole la cabeza con los brazos y acercándole la cabeza, a la altura de su tripa.

-Gracias, hermana, te lo agradezco. Creo que es la decisión más acertada. A lo mejor no se lo toma demasiado bien al principio, pero no puedo permitir que se aleje de los suyos o en todo caso me aleje de los míos. Deberemos hacer vidas separadas por nuestro bien.

-Me alegra que lo hayas entendido-comentó Aubrey con una sonrisa marcada entre las mejillas-. Ahora ve a preparar esa tarta. Seguro que cuando vea que la has hecho especialmente con motivo de su llegada se alegrará y esa alegría compensará la pérdida de no poder estar contigo.

Aveline asintió con la cabeza y se marchó dando saltitos. Aubrey lloró con lágrimas secas la muerte de Ewald mientras recogía la estancia. Cuando hubo acabado, se sirvió una copa de whiskey. Echó un trago largo y se sentó frente a las brasas. Agarró la botella, que estaba a medio llenar, y bebió hasta que la dejó seca.


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Dificultades afectuosas 1

-Hermana, es que... no sé qué hacer.

La puerta rechinó tras ellas. Ambas se volvieron para ver quien había entrado en la sala y se encontraron con Aveline, quién parecía impaciente por contarles algo.

-No os lo váis a creer-empezó a decir tras tomar aliento-. Dice que va a venir a visitarme. Estoy impaciente por verle-rebuscó en los bolsillos interiores del bolso que le colgaba del hombro y le mostró un papel arrugado a Aubrey, quien lo aceptó de buen modo y lo leyó por encima.

-Bueno-dijo al terminar de revisar la carta-, los problemas de uno en uno. Primero estaba con Neilina.

Aveline se sentó junto a la chimenea sin rechistar. Aubrey la miró entristecida y siguió la conversación que había sido cortada con Neilina.

-Verás-comenzó a decir-, tú estás en tu derecho de amarle o no, pero no te sientas mal por rechazarlo.

-Si tienes toda la razón Aubrey, pero es que me da pena.

-No debes sentir pena. Mira-apoyó una mano sobre el hombro de Neilina-, el amor no es algo que deba ser impuesto. Nadie debería decirte lo que él te ha dicho. Entiendo que estés confusa, pero creo que porque él te ame no tiene ningún derecho a decirte que lo ames tanto como él hace. Los sentimientos no los elegimos, pero si nos son impuestos acabaríamos mal. No te conviene hablar más con él, debes decirle que tú no sientes lo mismo o te acabará convenciendo de lo contrario, y por consiguiente, no serás feliz a su lado. No quiero que seas su marioneta.

-Muchas gracias, Aubrey-sonrió-. No sabía qué hacer. Yo me siento muy agusto hablando con él, pero es que me repite una y otra vez que me ama que le ame tanto como él a mí, y claro... me hace sentir incómoda. No sé qué decirle.

-Tú dile que necesitas tiempo. Que te está presionando, y así no se hacen las cosas.

Neilina asintió y se retiró por la puerta que había aparecido Aveline.


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lunes, 14 de marzo de 2011

Un rey despechado

-¿Qué soy yo más que un peón o un rey destronado?-preguntó mientras miraba por el ventanal, abriendo un hueco en la cortina.

-Mi señor, no es más que un simple caballero desarmado-comentó el súbdito.

-¿Quién es ella para causar tanto revuelo?-quiso saber su alteza.

-Mi señor, esa mujer es aquella que os humilló ante el pueblo-dijo, manteniendo el mismo tono de antes.

-¿Cál es su propósito en estos momentos?-espetó indignado.

-Mi señor, espero que esto no le cause mucho tormento-declaró, preocupado.

-¿Quién la hizo llamar?-vociferó

-Mi señor, las fuentes no son de fiar...-señaló

-¿Qué es lo que debo hacer?-se echó una mano a la frente, apartándose el flequillo.

-Mi señor, sólo usted lo puede saber-.

-¿Si consejos no me da, para qué le pago?-rugió.

-Mi señor, yo sólo mi trabajo hago-replicó al instante.

-Pues de bien poco me sirve, así que márchese-le gritó, agitando el brazo y señalándole la puerta.

-Como su alteza desee-hizo una reverencia y se retiró.

-¿Cómo se atreve a desafiarme y a mentirme? Qué despropósito. Qué desfachatez. Ella ha sido la culpable de mi destierro, ¿porqué ahora querría negociar con dicha arpía una tregua o algo que no llego a comprender del todo? Será mejor que todo acabe cuanto antes.

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