Dientecillos

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jueves, 25 de noviembre de 2010

Inocuo obsequio

Acababa de tener la fiesta de cumpleaños más impresionante de toda su vida. Había cumplido la mayoría de edad y aprovechó para salir a tomar unas copas con sus amigos. Al regresar despidió a Bernice con un fajo de billetes y el aliento hediondo. Se dirigió a la habitación tambaleándose, tropezando con los objetos que decoraban las paredes y los jarrones que guardaban las flores que su hermana cuidaba, derramando agua por todo el pasillo. Irrumpió en la habitación balbuceando algo indescifrable. La niña, asustada, se escondió tras las sábanas al ver el estado de su hermano. Éste apartó la tela y se sentó junto a ella.

-Hoy es mi cumpleaños, y creo que me debes algo más que un simple dibujo. Me vas a regalar tu virginidad.

La niña, no comprendió aquellas palabras, pero no tardó en comprender que el cometido de su hermano era hacerle daño y forzarla a hacer cosas sin su consentimiento.

-Vamos a jugar a papás y mamás. Eso te gusta, ¿no?

Adelice afirmó sin comprender qué era lo que quería decir su allegado. El chico se desvistió con torpeza, pues aún el alcohol mermaba el control sobre su cuerpo. La niña se avergonzó de poder ver las partes pudientes de Elmer. Éste las acercó a su cara y ella rechazó introducirse los genitales en la boca, girando la cabeza con un gesto de repudio. Entonces, él le arreó una bofetada. El rostro de la cría se inundó en lágrimas, momento que aprovechó Elmer para desvestirla de cintura para abajo, aunque dejándole los calcetines, para así aligerar el proceso. Arrancó el cinturón del pantalón que estaba en el suelo, y lo utilizó para mantener las manos de Adelice inutilizadas, uniéndolas por las muñecas. Le abrió las piernas y, a pesar de que ella se resistió, lo consiguió sin mucho esfuerzo.

Verla desprotegida le excitó lo suficiente como para que su pene estuviera erecto, así que se dispuso a desflorar a la pequeña. La estrechez que suponía el conducto por el que era introducido su órgano sexual era para él algo maravilloso. La sangre que expulsaba la niña por entre las piernas, un jugo vaginal más. Los alaridos de agonía que sucedían a la extracción del pene y los que precedían a cada inserción, gemidos de placer; y los sollozos, debían de ser lágrimas de felicidad.

Una vez terminó con la faena, se acercó a ella. Le comentó que junto a él nadie le haría daño y se retiró a su habitación. Adelice quedó petrificada, maniatada, desvestida a medias, desangrada, con la pureza corrompida y traumatizada.


Cadena de óbitos© es un proyecto y una idea original creada por:

Stev Molain (yo)

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(Cadena de óbitos© is a project & an original idea created by:

Stev Molain(me)

All rights reserved)

3 comentarios:

  1. 0.0! o dios mío!!! que gráfico!!
    que pena me ha dado la niña, pero la verdad es que la cosa está interesante!

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  2. eso digo yo, qué gráfico =w= (bastante asco, odio, repugnancia, ganas de matar, me dan al leer cosas de esas, para que tú las escribas tan gráficamente!!!) bueno pero ya sabes que el texto mu bien xDD


    pero vaya, dios, en serio, por qué no se mueren todos los tíos de esta historia?? a la mierda todos!!! que les den po el culo con una sierra y luego le saquen los ojos con tenedores!!!!!

    y aún así la venganza no sería suficiente ù.ú


    en fin, pues eso xDDD

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  3. Hm...Apoyo la moción de Nacora >_>

    Como siempre, despertando el odio hacia los personajes masculinos de esta saga, hell yeah!

    Como siempre, una buena, no, buenísima redacción, y un escalofriante estilo. Manteniendo este nivel de escritura, hay que buscarte cómo hacer que te publiquen a la de YA. Tendré que empezar a investigar, que yo quiero tus textos encuadernados y rebonicos en mis manos -y, evidentemente, firmados y con dedicatoria para venderlos en ebay...Quien ha dicho eso? >___>

    Aunque no sé quién me da más pena, si Adelice por lo que le pasa -que es terribilísimo *toma palabro*- o Claudine, que está enamorada de ese monstruo, y luego se niega a aceptar la verdad, que eso también es muy triste.

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